Dieciocho horas de viaje a la semana para pasar
quince conectado a una máquina de hemodiálisis. Es la situación que
denuncia una familia de A Fonsagrada, y no por capricho, matizan, sino
porque es vital para la situación del enfermo. José María Rancaño, de 84
años, empezó a recibir tratamiento de hemodiálisis en el HULA en el mes
de junio, tres veces por semana. Allí, explica, lo atendieron siempre
estupendamente. El problema, según cuenta, es cómo llegar. Rancaño vive
en Liñares de Vilafurada (A Fonsagrada), a unos dos kilómetros del
límite con Asturias, así que se encuentra a unos 80 de Lugo. El Sergas
le comunicó que tenía derecho al servicio de taxi compartido que ofrecen
y que gestiona la asociación de lucha contra las enfermedades renales
Alcer gracias a un convenio. «Chámannos de Alcer e dinnos que a hora de recollida é ás once e media da mañá para un tratamento que non empeza ata as tres», dice la familia.
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