Nos levantamos, nos asomamos a la ventana, y …….la pinta es horrible. Llueve a cántaros.
Vemos A Fonsagrada allá arriba, donde queda algo de nieve.
Tras una noche tan estrellada, pero…..la previsión para hoy es que va a estar lloviendo todo el día sin parar, nieve por encima de 800 m. ¿Qué hacemos?. Pues…un recorrido en coche, y ¡a comer un buen cocido!
Tenemos varias opciones de carreteras de montaña por los alrededores de A Fonsagrada, por ejemplo hacia A Pontenova, hacia Navia de Suarna, hacia Asturias……..Elegimos la primera, para así pasar por los bosques de Carballido, enorme fraga, uno de los bosques autóctonos más extensos de Galicia, y declarado Lugar de Interés Comunitario, con abundante y variada flora y fauna.
Paramos en un mirador de la carretera para ver esta enorme fraga.
Seguimos hasta Viladíaz, pequeña aldea, desde donde parten dos rutas de senderismo, y ………….. justo para de llover, y se ven algunos claros. Parece que mejora el aspecto, y …….¿nos aventuramos?......pues sí!.........¡a andar!.
Comenzamos la ruta en la aldea de Vilardíaz, en el municipio lucense de A Fonsagrada, con vistas a los montes que han recibido algo de nieve en los últimos días.
La ruta está perfectamente señalizada como PR-G-139, ¡a ver cuánto dura!.
El camino inicial es cómodo, y desciende en suavísima pendiente, con vistas al bosque de Carballido.
En media hora, llegamos a una bifurcación en la que confluyen el sendero de Gallor con el de Pena Guímara (este tramo desde Vilardíaz es común para ambos). Nosotros seguimos por el sendero de Pena Guímara, el más corto, que tal como está el día, y tal como está mi cuerpo magullado, es la decisión más cabal. Por tanto, nos desviamos del camino ancho por una estrecha senda que desciende bruscamente por el bosque.
El descenso pronunciado y zigzagueante no le sienta nada bien a mis doloridas costillas. Cada paso que doy, cada soplo de respiración, van acompañados de sus correspondientes molestias.
Pasamos al lado de un gran tejo.
Este descenso nos conduce hasta la carretera, a orillas del río, por donde tenemos que continuar unos 300 m, hasta desviarnos a la izquierda, de nuevo por el bosque.
Los montes están preciosos con los brezos en flor.
Por otro zigzag en pronunciado descenso, entre castaños, adornado con prímulas y otras florecillas, llegamos a orillas del río Veiga de Logares.
Entonces comienza una alternancia de subidas y bajadas, siguiendo el curso del río, que me resulta terrible. Mis pulmones no me dan suficiente oxígeno. Quizá debería ir al médico.
El río baja con mucha fuerza.
Pasamos por algunos molinos abandonados y completamente en ruinas.
Después pasamos al lado de una pared de roca, por donde se empieza a encajonar el río. Para sortear este cañón, pronto ganamos altura, y lo pasamos por la parte superior, viendo el río allá abajo.
Las piedras húmedas y resbaladizas del suelo me daban pánico, me veía de nuevo de bruces en el suelo.
Entre castaños, algunos de ellos centenarios, algunos acebos, árboles de ribera…..y multitud de plantas herbáceas con flores de diferentes tonalidades, continúa el camino al lado del río.
El río muestra toda su vitalidad en una serie (varias docenas) de pequeños saltos encadenados, conocidos como Foces A Pinguela.
También alguna cascada que cae sobre el río.
Siguiendo la senda, llegamos a la aldea de Romeán, completamente abandonada, a orillas del río, sin acceso por carretera. Lugares de otros tiempos…….
Aquí nos separamos definitivamente del río por un camino que asciende al lado de pastizales, donde se cría la excelente ternera de A Fonsagrada. ¡Qué verrrrrrrrrde!
Así llegamos a la aldea de San Martín de Robledo, con su iglesia abandonada.
Seguimos por el bosque, bajando, subiendo……un verdadero rompepiernas.
Las ouriceiras o corripas son numerosas en estos bosques, dada la abundancia de castañas.
Pasamos por las cuevas de Vilardíaz, excavadas por el agua en la roca caliza.
Volvemos de regreso a Vilardíaz, con barro hasta las orejas, justo cuando empieza a diluviar de nuevo.
Menos mal que las previsiones no se han cumplido, y nos hemos escapado de la lluvia durante toda la caminata.
Después todavía pudimos seguir disfrutando de esta gran masa arbórea que es el bosque de Carballido, cruzándola en coche. Parece mentira que la fama se la llevan las Fragas del Eume, ¡con la cantidad de bellísimas fragas que hay en los montes de Lugo!
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