miércoles, 25 de septiembre de 2013

LOS GALLEGOS MÁS RESISTENTES AL CÁNCER Donde el cáncer mata menos




A Fonsagrada es el municipio de Galicia donde es más difícil morir de un tumor. Eso dice la estadística. La leyenda habla de la dureza de la montaña y de la alimentación natural. La realidad, sin embargo, señala que el drama de la enfermedad golpea igual de duro

Jorge Casanova
 
23/9/2007 
Actualizada a las 11:16 h
Se lle teño medo ao cáncer? Moitísimo». Justa Señor es una mujer amable y risueña, de esa edad indeterminada que va de los cincuenta y tantos a los sesenta y tantos, aunque se pone seria cuando dice: «Da miña familia xa enfermaron oito de cáncer. Imaxine se lle teño medo».
A Justa nos la encontramos saliendo del centro de salud de A Fonsagrada. No hay fallo; un poco de colesterol y pequeños achaques. «Quitáronme o queixo, que me gustaba moito, pero o cocho, non», explica entre las dos mujeres que salen con ella del ambulatorio. Esas tres señoras comparten con el resto de los menos de siete mil vecinos que tiene A Fonsagrada el privilegio estadístico de residir en el municipio gallego donde es más difícil morir de cáncer.

Donde el cáncer mata menos
Un grupo de vecinos de A Fonsagrada

En realidad, las condiciones estadísticas de A Fonsagrada, según el atlas municipal de la mortalidad por cáncer en España publicado hace unos días, no son muy diferentes a las de algún otro ayuntamiento gallego, como Lalín o Taboada, pero no es menos cierto que los mejores coeficientes apuntan hacia este singular concello enclavado en la montaña de Lugo, el más grande de Galicia, y cuya capital municipal se extiende como una cresta alargada sobre la cima de un monte. En total suman 6.753 vecinos repartidos en 438 kilómetros cuadrados, que se dice pronto. La altura media es de 800 metros y alcanza picos de 1.200.
«Será polo aire ?opina Isabel, una de las compañeras de Justa?, que non está contaminado». «E pola alimentación, que é natural», apunta la otra. El trío intenta buscar alguna explicación plausible al dato estadístico que no va servir de nada a la lista de fallecidos por cáncer en el último año y pico, y que previamente habían repasado las señoras de memoria.
La selección natural
El alcalde, Argelio Fernández, también se queda sorprendido por el dato, pero ayuda a buscar posibles causas que lo justifiquen: «Aquí colléitase de todo: hortalizas, patacas, mesmo hai quen ten trigo, e non somos moi amantes dos insecticidas nin dos pesticidas». Además, presume el regidor, A Fonsagrada es el concello gallego con mayor masa forestal: «Dalgunhas especies que xa son difíciles de ver noutras partes de Galicia, aquí temos ladeiras enteiras. O acivro bota por sete sitios e hai masas de árbores continuas que seguen ata Asturias». Y aún apunta una razón más sobre la que reflexionar: «Durante séculos, a montaña foi moi selectiva coa xente. O que resistía é que era duro, e o que non, xa morría de novo. Eso fixo unha selección natural dos que estamos vivos. A miña bisavoa morreu de 93 anos e tivo 16 partos».
No hace falta patear mucho el pueblo para darse cuenta de que nos encontramos ante un paradigma del interior gallego: muchos mayores, pocos jóvenes. El padrón dice que por cada menor de 20 años hay cuatro que superan los 65 . «Aquí la gente es muy longeva», asegura Manuel Álvarez, presidente de la activa asociación cultural Antaruxas e Sorteiros. Prejubilado de banca, Manuel conoce probablemente a todos los vecinos del municipio. Una nueva ojeada al padrón avala sus palabras: el porcentaje de personas de 85 años o más es casi el doble que la media gallega. «Cuando se muere alguien con menos de 75 años, aquí llama mucho la atención», continúa.

La Voz de Galicia. Camino de Santiago. Etapa 2: A Fonsagrada. O Cádavo Las fascinantes ruinas del ultimo hospital de Galicia



A FONSAGRADA- O CADAVO

A mil metros sobre el nivel del mar, Hospital de Montouto es un enclave casi mágico en el Camino
Vista hospital de Montouto. Foto: Marras
Interesante y dura etapa la que separa A Fonsagrada -o Pobra de Burón, si se optó por esta variante en la jornada anterior- de O Cádavo, capital del concello de Baleira, donde se ubica el siguiente albergue público. Al caminante le aguardan buenos paisajes de montaña, sendas rodeadas de naturaleza y las ruinas del último hospital de peregrinos que tuvo actividad en Galicia como grandes hitos de un trazado muy exigente para las piernas, con dos subidas muy duras casi consecutivas -las que le llevarán hasta A Lastra y A Fontaneira- y algún pronunciado descenso. El perfil de la etapa pisa poco la carretera y es rico en desniveles.
El peregrino verá poca gente en su Camino. Atravesará un puñado de pequeñas aldeas -Paradavella, A Degolada, A Lastra, A Fontaneira…- que aún conservan construcciones tradicionales (casas, pallozas) y alguna  iglesia interesante. Estos lugares, muy despoblados, no cuentan con más servicio que algún que otro bar-tienda. Y no siempre están abiertos. Conviene llevar algunas provisiones y/o suministros. E ir bien equipado, sobre todo en las épocas más frías o lluviosas.

La etapa (28 kilómetros)

Si el peregrino ha dormido en A Fonsagradada -muchos inician el Primitivo en esta villa-, debe dirigirse por la orilla de la carretera que une Lugo y esta villa -dónde habría que mejorar la señalización- hacia el albergue público de San Xoán de Padrón. Este núcleo dista poco más de un kilómetro, es cuesta abajo, no tiene pérdida y tampoco mucho interés más allá de la iglesia parroquial. El albergue es una antigua casa rehabilitada que tiene 24 plazas. En sus alrededores no hay servicios.
Desde aquí sus pasos, siempre siguiendo las oportunas conchas -en ciertas épocas del año no siempre bien visibles por la exuberancia de la naturaleza o los rigores del clima-, le llevan a un buen sitio para llenar la cantimplora, la Fonte do Pastizal, escenario a primeros de septiembre de una romería popular. Atraviesa pinares y zonas pobladas por eucaliptos, un árbol foráneo muy implantado en Galicia por su aprovechamiento económico, pero con mala fama y peor estética que la vegetación autóctona. El peregrino camina por senderos bastante anchos que le llevan a aproximarse e incluso a cruzar varias veces la carretera. El Primitivo transita en muchos kilómetros de esta etapa y de la siguiente alrededor de la LU-630. Y a veces por ella.

Montouto, un lugar con Historia

El peregrino se aproxima al pequeño núcleo de Vilardongo. Antes el Camino lo atravesaba, desde la delimitación oficial, lo bordea y transita por un alto en dirección a otro lugar sin servicios para el caminante, Pedrasfitelas -ojo, la señalización aún no recoge este cambio ni los otros que se han producido en el trazado de esta etapa-. Este tramo, más o menos paralelo a la carretera, destaca por sus vistas de la montaña gallega. Esas vistas -al sur y al oeste- permiten pronto admirar el paisaje de la Serra do Hospital. Allí se encuentra el lugar con más encanto de la jornada: las ruinas del Hospital de Montouto. Allí se dirige el peregrino, como lo hicieron antes que él muchos viajeros cientos y cientos de años atrás. Sus ruinas, situadas otra vez más de mil metros por encima del nivel del mar, y rehabilitadas parcialmente en 1993, son testigo del paso del tiempo. Y de la Historia. Y del giro constante de las palas de los molinos eólicos colocados en las proximidades. Por supuesto, afectan al paisaje.

Interior antiguo hospital de Montouto. Foto Marras


Fundado gracias a una donación del rey Pedro I de Castilla -apodado el Cruel por sus enemigos- en el siglo XIV, el Hospital de Montouto fue el último refugio de este tipo que funcionó en Galicia. Tuvo hospitalero hasta bien entrado el siglo XX. Fue un lugar de gran importancia en el Primitivo. Y es un lugar fascinante. Tras ascender por sendero hasta este lugar, fascinante en cualquier estación, los peregrinos pueden visitar los restos del edificio de acogida para peregrinos. Y también admirar el dolmen neolítico que se alza no muy lejos. Una capilla de construcción moderna les hace compañía en este solitario paraje del que, si el tiempo acompaña, cuesta partir.

Vista hospital de Montouto. Foto: Marras

Punto de encuentro con la variante de Pobra de Burón

En Hospital de Montouto se unen las dos variantes del Camino Primitivo en A Fonsagrada: la mayoritaria, la que va por la capital municipal; y la que proviene de la antigua fortaleza de los condes de Altamira, a Pobra de Burón, un lugar en decadencia donde llegó a haber cuatro hospitales de peregrinos.
Dolmen de Montouto. Foto Oscar Cela

Desde Hospital de Montouto, al caminante le toca efectuar un buen descenso. De los que tiran de las rodillas. De esos que hacen justa la fama atribuida al Primitivo de ser un «Camino-ascensor». En cinco kilómetros se pasa de los 1.050 metros del antiguo refugio de peregrinos a los 701 de Paradavella. Es un buen tramo, alejado de la carretera, que discurre por pistas y senderos en los que predomina la vegetación autóctona gallega -no faltan carballos o castaños-, que ofrece vistas impresionantes, pero en los que el caminante corre algún riesgo de perderse.

Avituallarse en Paradavella

El pequeño lugar de Paradavella recibe al peregrino con buenos ejemplos de arquitectura tradicional y les ofrece la posibilidad de reponer fuerzas y avituallarse. Destaca una palloza bien conservada. Un par de bares -Casa Villar y Casa García- atienden a los estomagos y gargantas de los caminantes. También venden víveres. No hay alojamientos.
Si no se para a tomar algo o a comer, el paso por Paradavella es visto y no visto. Se deja atrás este núcleo, el penúltimo en el territorio municipal de A Fonsagrada, por el arcen de la conocida carretera LU-630. Casi inmediatamente hay que tomar a mano derecha un sendero ascendente. Es un tramo complicado, sobre todo si ha llovido mucho. En este caso, en los locales hosteleros de Paradavella suelen recomendar al peregrino que utilice el siempre peligroso arcén de la carretera para saltárselo.
Escoja la ruta que escoja, su destino es el núcleo de A Calzada. Allí el Camino vuelve a topar con la LU-630. Hay que atravesarla para descender -ya en el término municipal de Baleira (982 354 059)- hacia A Degolada. El peregrino camina por una pista asfaltada, rodeado de prados y árboles. Después de este núcleo, y durante un kilómetro, disfruta de una senda preciosa bajo carballos, abedules, tejos y acebos que desemboca en una congostra (un camino angosto y hondo, entre muros bajos) antes de llegar al bien conservado núcleo -también sin servicios- de O Couto. En este tramo vendría bien reforzar la señalización.

El Tourmalet del Primitivo: la subida a A Lastra

Este tramo es una pequeña recompensa, una caricia para el peregrino antes de emprender el reto más difícil de la etapa. La bonita pero durísima subida hasta A Lastra. No es larga -poco más de un kilómetro, pero tiene pendientes muy pronunciadas. Se hace eterna. Y puede dejar exhausto a cualquiera. La irregularidad del terreno que pisa el caminante la hace más complicada.
Superada la ascensión, el peregrino accede por carretera al pequeño pueblo de A Lastra. Tiene una iglesia dedicada -como las de Paradavella, Padrón…- a San Xoán. Y un bar donde se puede reponer parte de lo perdido en la monumental subida.
A Lastra está a 825 metros sobre el nivel del mar. Habrá que ascender más en la jornada. El peregrino aún debe superar el puerto de montaña de A Fontaneira (a 905 metros). El pueblo del mismo nombre es su siguiente destino.
Tras dejar atrás A Lastra por carretera se toma un sendero a mano izquierda. Bajo la sombra de árboles de hoja caduca primero y pinos después, el caminante se aproxima a A Fontaneira. Este pueblo también tiene iglesia -dedicada al apóstol Santiago-, algún interesante ejemplo de arquitectura tradicional -un hórrego singular- y bar, el último antes del final de una etapa a la que aún quedan algo más de cinco kilómetros de recorrido rompepiernas por pistas de tierra y algo de carretera, la de siempre, la LU-630. Santiago dista 139 kilómetros.

La leyenda del Campo da Matanza

El peregrino dice adiós a A Fontaneira junto al cementerio del pueblo, bajo la sombra de los pinos durante algo menos de un kilómetro. Después transitará otro tanto por el arcén de la carretera. Tras realizar un cruce peligroso -la vía tiene tres carriles- la abandonará para adentrarse en el Monte da Matanza, un lugar con leyenda. En el lugar llamado Campo da Matanza el primer peregrino, el rey astur-galaico Alfonso II, habría vencido a un ejército musulmán provocando una gran carnicería entre sus enemigos. De ahí su nombre.

La batalla no sale en los libros de historia. Sí son reales las numerosas «mamoas» (túmulos funerarios) documentadas en esta zona, ya próxima a O Cádavo, una localidad invisible para los peregrinos hasta que un cartel anuncia la proximidad del albergue público de la Xunta, un edificio construido poco antes del Xacobeo 2004, dotado de 24 plazas y calefacción de suelo radiante.Solo un pronunciado descenso los separa de la meta del día, una localidad bastante reciente y sin mucho encanto, pero dotada de todos los servicios: restaurantes, bares, farmacia, centro de salud, supermercados, tiendas e incluso un hotel. Conviene recuperar fuerzas y aprovisonarse para asaltar, al día siguiente, la siguiente meta en el recorrido por el Primitivo: la bimilenaria ciudad de Lugo.

La Voz de Galicia: El Camino de Santiago: Etapa 1: O Acebo- A Fonsagrada.El pueblo perdido donde tiene calle Lenin


O Acebo-A Fonsagrada

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El Lugar de O Acevo. Foto: c


El Primitivo entra en Galicia por el alto do Acebo, a 1.100 metros sobre el nivel del mar, en medio de vistas esplendorosas que demuestran aquella imagen tradicional que hablaba de un país de montañas viejas, suaves y redondas.
Los peregrinos que han iniciado Camino en Asturias se topan en la frontera con un cambio. Las vieiras utilizadas como indicadores de la ruta cambian. Si hasta ahora era la parte estrecha la que señalaba por donde hay que seguir, ahora es la parte ancha, la de las rayas, la que decreta por donde hay que ir. Gallegos y asturianos pueden ser, como reza el dicho popular, primos-hermanos, pero a veces cuesta mucho ponerles de acuerdo. Para desgracia de los peregrinos, que pueden sentir cierta confusión, al menos en los primeros kilómetros del recorrido en Galicia.
Los peregrinos que van a hacer solo la parte gallega del más antiguo de los Caminos suelen comenzar a andar en la minúscula localidad de O Acebo (a 1.032 metros de altura). La forma más sencilla de llegar aquí es por taxi desde A Fonsagrada o desde Grandas de Salime, en Asturias. Ambas localidades no están enlazadas por transporte público.

La etapa (14 kilómetros)

En O Acebo hay un bar-tienda de horario y precios variables. Allí los peregrinos que inicien Camino pueden estampar su primer sello en la credencial necesaria para dormir en los albergues. Y los que vengan de Asturias pueden reponer fuerzas tras la larga ascensión al Acebo.
El Primitivo abandona O Acebo por las proximidades del bar. Por una amplia pista de tierra que evita al peregrino transitar por la carretera que une Asturias con A Fonsagrada. Al iniciar esta senda hay un panel que muestra los principales recursos turísticos de este concello, el más grande de Galicia, un lugar con mucha historia jacobea, que ofrece todos los servicios que necesita el caminante, que transita ahora por un tramo en el que se aprecian buenas vistas a un valle profundo y al monte poblado por pinos por el que se empieza a andar e Galicia.
El primer lugar que el peregrino visita tras el bar O Acebo es Cabreira, una aldea sin servicios donde aparece una nueva concha-mojón. El camino sigue a la izquierda de la ya más que familiar carretera, que acompañó a los caminantes desde la última etapa asturiana y renombrada como LU-701 desde el cruce de la frontera.

La huella jacobea de Fonfría

Los pasos del peregrino lo llevan hasta Fonfría, un lugar con historia jacobea y pasado castrexo (la civilización que existía en Galicia antes de su romanización). Cuenta con una iglesia, cementerio, edificios de piedra -con los característicos tejados de pizarra de la provincia- pero sin servicios para el peregrino más allá de la fuente que da nombre a Fonfría, que sigue manando. Un cartel de pizarra anuncia su presencia a la derecha de la ruta.
A pesar de cierta confusión con las señales -hay un mojón en el lado derecho de la carretera- flechas amarillas y conchas en las casas impiden al peregrino, que transita por sendero y pista asfaltada, perderse.
Al abandonar Fonfría el peregrino se topa con una advertencia, debe caminar por la carretera, poco transitada, pero peligrosa. Por suerte hay un pequeño sendero de piedra y tierra. Y el tramo dura poco. El Camino vuelve justo después del letrero que anuncia el fin del lugar. Una concha y varias flechas amarillas anuncian el desvío a mano izquierda. Un letrero de madera da más información: anuncia la presencia de un mesón, Os Catro Ventos, a un kilómetro.
Se trata de un típico camino de vacas. Ancho. No asfaltado. Suave. Bastante llano. Por momentos rodeado de árboles. De los que gustan al peregrino. Y más si ofrece al final el premio de un café, un refresco o una comida. El tramo es una pequeña delicia.
Con el mojón del punto kilométrico 165,990 los dueños del mesón vuelven a recordar -vía cartel- la proximidad del establecimiento: prometen 500 metros. Y cumplen.
El descenso -también suave- devuelve al peregrino a la carretera. Debe cruzarla. Para seguir Camino o para tomar algo en el prometido mesón, un caserón de piedra y tejado de pizarra que exhibe como reclamo dos figuras jacobeas: sendos peregrinos a pie y en bicicleta.

El refugio de Os Catro Ventos

Os Catro ventos es un restaurante con buena reputación entre los que recorren la ruta. Presumen de sus carnes a la parrilla, sus platos de caza -en temporada- y sus postres caseros. Dan comidas de 13 a 16 horas y de 21.00 a 23.30. Se puede reservar (teléfonos: +34 982 340 151 y +34 639 267 969). Cierra los martes por la tarde. Como bar, de lunes a viernes está abierto de 10 a 23 horas. Los fines de semana de 10.30 a 23.30.
Decida continuar o parar, el Camino continúa a la derecha del asfalto. Por un sendero señalizado por un cartel y un nuevo mojón. Las vistas siguen siendo impresionantes. El tránsito por este tramo conduce a un nuevo lugar: Silvela, otra aldea sin servicios. Toca cruzar la carretera. Quedan 4 kilómetros para A Fonsagrada, dice un cartel.
Se recorren los primeros metros hacia la villa por un sendero situado a la izquierda de la LU-710.  Se acerca y aleja de la carretera. Y los mojones vigilan que el peregrino no tenga dudas cuando se cruzan con pistas en apariencia más atractivas que este trozo de Camino.

La falsa encrucijada de Paradanova

El caminante sigue la vía protegido por una valla del asfalto. Llega a Paradanova, una localidad que dista solo un kilómetro por carretera de A Fonsagrada. Tiene una pequeña capilla. Y una fuente como la de Fonfría. Tradicionalmente era un lugar donde el peregrino tenía que decidir. Había dos opciones: dirigirse a la villa o escoger la alternativa con más encanto, pero que lo condena a quedarse sin servicios de casi ningún tipo hasta Paradavella, 17 kilómetros más allá: tomar la variante que pasa por Pobra do Burón, hasta el siglo XIV capital municipal de un municipio que se extendía por tierras asturianas y gallegas, un lugar hoy en decadencia, pero repleto de historia jacobea. Llegó a tener cuatro hospitales. Y un castillo.
Hoy la señalización sobre el terreno no le ofrece ninguna alternativa al caminante. Le indica que debe dejar atrás esta aldea, también sin servicios,y cruzar otra vez la carretera. Ya se ve A Fonsagrada en lo alto. Hacia allí camina. Queda un kilómetro de subida  que por suerte no hay que hacer por carretera. Tras cruzar esta, se abre una pista de tierra a mano derecha.
Arranca empinada. Entre árboles. Luego dosifica su dureza. Pero el ascenso es constante. No hay conchas. Tampoco flechas, pero el peregrino no tiene perdida posible.
Tras dejar unas colmenas a mano izquierda -indicada su ubicación por un oportuno cartel y protegido el acceso al recinto por un somier-puerta (una práctica bastante habitual en el rural gallego) el peregrino sigue subiendo. Pero ya no está en la soledad de O Acebo. Jalonan su paso una factoría maderera y un par de naves. Llega a una encrucijada, aparentemente no señalizada. Hasta qué topa con un mojón algo escondido. Este indica que toca un tramo de asfalto, pero no por la carretera de siempre, sino por una secundaria bien arropada por vegetación autóctona.
Llega un nuevo cruce. Y un lío para el peregrino. Flechas amarillas indican que es posible coger dos direcciones. La carretera se bifurca. A la vista están el instituto y el polideportivo de A Fonsagrada. ¿Cuál elegir? Pues las dos le llevan a la villa. A la derecha un oportuno mojón con flecha amarilla debería disipar las dudas. No lo hace.
Vistas desde A Fonsagrada
Panoramica desde a Fonsagrada. Foto Manuel Parras
A Fonsagrada
De cualquier manera el peregrino se acerca a A Fonsagrada. Y un cartel a mano izquierda lo invita a tomar pulpo. Un mesón anuncia en la pared de un edificio esta tradicional y apreciada vianda del mar. Y un poco más adelante una vieira confirma que los pasos dados no han sido en balde. El peregrino está en el buen Camino.
Solo unos metros más allá se divisa, ya en el núcleo de A Fonsagrada, la pensión Manolo, también restaurante. Tiene menú del peregrino anunciado en la puerta. Y poco después está la pulpeira O Caldeira. Es la calle Burón. Ya está en el centro de la villa. A un paso de la Casa do Concello y de todos los servicios de los que no pudo disfrutar desde que antes de cruzar la frontera con Asturias. Tiene a su disposición farmacias, restaurantes, bares, alojamientos, un centro médico y tiendas. El albergue público queda fuera del centro, a un kilómetro y medio cuesta abajo, en el núcleo de San Xoán de Padrón. Conviene tenerlo en cuenta a la hora de hacer planes de aprovisionamiento.

La variante por Pobra do Burón

A simple vista, no le resultará fácil al peregrino dirigirse a A Pobra do Burón. El que fue antiguamente lugar más poderoso de la montaña está olvidado por la señalización. Pero la ruta que lleva hacia sus ruinas es oficial. Lo reconoce la delimitación efectuada por la Xunta. También es espectacular. Lo dicen los peregrinos que la han realizado aún a costa de quedarse sin los servicios de A Fonsagrada.
¿Cómo dirigirse hacia allí? Pues por donde ahora las conchas señalizan la ruta desde Paradanova hacia la capital municipal, es decir, cruzando la LU-630 y subiendo por una pista hasta llegar a un aserradero. A Fonsagrada se ve a la izquierda. Desde el cruce con la carretera que lleva hacia el norte a los núcleos de Candaido y de Lidín el Camino sigue hacia el noroeste, por un paisaje dominado por la vegetación autóctona, cada vez más cerrado. El peregrino transita, sin apenas indicadores, por una congostra (la traducción al castellano convierte esta preciosa palabra en «camino estrecho rodeado por piedras») que atraviesa un bosque de carballos y abedules.
Al fondo del valle debe cruzar el río da Pobra. Y después emprender un suave ascenso haia el núcleo. ¿Qué se encontrará? Pues el entorno natural de esta variante es sobresaliente;  el estado del Camino, deficiente; y Pobra do Burón, un lugar fascinante, apenas la sombra de lo que fue, pero que sorprende al peregrino con los restos de su esplendor.
Restos del castillo de A Pobra do Burón
A Pobra de Burón. Foto: Manuel Marras
Del castillo queda una torre. De su pasado jacobeo, los restos del hospital de A Trinidade. Sí conserva su iglesia, un templo dedicado a Santa María Magdalena, y una capilla dedicada a San José. También exhibe un curioso callejero. A la entrada del pueblo está la plaza de Mao Tse Tung. Y hay vías nombradas en honor a Lenin, al Mariscal Zukov y a Igor Stravinski. Es parte del legado de Enrique Fernández, un vecino benefactor y con mucha iniciativa que intentó que Pobra do Burón saliera de su histórico letargo.
En este singular enclave, que fue escenario del rodaje de la historia del hombre lobo Romasanta (película discreta de Paco Plaza con la famosa Elsa Pataky en el reparto) no hay servicios para el peregrino. Si ha elegido esta variante deberá volver a A Fonsagrada para buscar alojamiento y provisiones. O tal vez puede desplazarse al cercano establecimiento rural llamado A Casa da Bastida. Es una antigua casa de labranza muy antigua reconvertida en apartamentos rurales. Los teléfonos de contacto son  (+34) 982 340 438 y (+34) 692 247 69.

Desde Pobra do Burón a Hospital de Montouto

El Primitivo no vuelve hacia A Fonsagrada desde Pobra de Burón. Sigue Camino, en lo que sería una nueva etapa, equivalente a la que va de la capital municipal hasta O Cádavo, hacia el suroeste. La ruta pasa por Xestoso de Riba -otro núcleo sin servicios y que tiene el único tramo de asfalto hasta Hospital de Montouto-, supera los altos de Xestoso y Carballal y desciende por la ladera este de la Serra do Hospital hasta el lugar donde se reúnen las dos variantes del Primitivo a su paso por el concello de A Fonsagrada. Es un trayecto duro. Y la señalización no es perfecta. Es posible perderse. ¿Quién dijo que el Camino no era una aventura? Pues aquí, en la variante por Pobra do Burón, tienen la prueba de lo contrario.

martes, 24 de septiembre de 2013

Un fonsagradino pasa 6 horas en coche para ir a hemodiálisis



La Plataforma pola Defensa da Sanidade Pública de Lugo denuncia que un vecino de A Fonsagrada se ve obligado a pasar casi seis horas en la carretera para recibir su sesión de hemodiálisis. Se trata de José María Rancaño, de 84 años y vecino de Liñares de Vilafurada, a unos ochenta kilómetros de Lugo. Explican que la alternativa que le dan desde Alcer -que tiene un convenio con la Xunta para gestionar las rutas de taxis para los enfermos-, es salir a las doce de la mañana de casa para recibir la sesión a las tres. Tras pasar unas cinco horas en hemodiálisis, no regresa hasta las once y media de la noche. Y así tres días a la semana, cuando la dieta, los horarios y hacer las comidas en casa es vital para este paciente. La Plataforma ha pedido explicaciones al Sergas. Desde Alcer señalan que no disponen de medios para ofertar más rutas y que las organizan lo mejor que pueden en función del presupuesto que les dan.

Lugo La cruz de un enfermo renal: 18 horas de viaje y 15 conectado a una máquina

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Dieciocho horas de viaje a la semana para pasar quince conectado a una máquina de hemodiálisis. Es la situación que denuncia una familia de A Fonsagrada, y no por capricho, matizan, sino porque es vital para la situación del enfermo. José María Rancaño, de 84 años, empezó a recibir tratamiento de hemodiálisis en el HULA en el mes de junio, tres veces por semana. Allí, explica, lo atendieron siempre estupendamente. El problema, según cuenta, es cómo llegar. Rancaño vive en Liñares de Vilafurada (A Fonsagrada), a unos dos kilómetros del límite con Asturias, así que se encuentra a unos 80 de Lugo. El Sergas le comunicó que tenía derecho al servicio de taxi compartido que ofrecen y que gestiona la asociación de lucha contra las enfermedades renales Alcer gracias a un convenio. «Chámannos de Alcer e dinnos que a hora de recollida é ás once e media da mañá para un tratamento que non empeza ata as tres», dice la familia.

jueves, 19 de septiembre de 2013

La población gallega propende a corregir su exagerada dispersión

 

 El Correo Gallego

 

Los diez municipios más grandes suman el 39% de los gallegos // Vigo, menor que A Estrada a principios del siglo XX, adelantó a A Coruña a finales de los 60 // Ortigueira y A Fonsagrada, octava y novena con más habitantes en 1900 // La provincia coruñesa acoge el 41% del censo

 

XOSÉ RAMÓN R. IGLESIAS. SANTIAGO  | 04.06.2012 

En el año 1900, la población gallega representaba el 10,6% del total de la española, con 1.980.515 habitantes. Un siglo y una década después, el censo de Galicia solo pudo sumar poco más de ochocientas mil personas y su peso porcentual en la demografía estatal cayó hasta el 5,9%. Esta pérdida de casi cinco puntos refleja el escaso crecimiento vegetativo de la comunidad gallega frente a la española, que multiplicó casi por tres su población, pero en ningún caso este frenazo demográfico se debe confundir con una población estática. A principios del siglo pasado, los diez municipios con más habitantes sumaban el 12% de la población gallega, porcentaje que en la actualidad subió hasta el 39,7%. Lenta pero paulatinamente, la población gallega se va concentrando en grandes núcleos. 

 

Pero más allá de las cifras demográficas generales, el análisis pormenorizado de la población gallega desde comienzos del siglo XX hasta nuestros días depara curiosas sorpresas. Por ejemplo, que en 1900 A Estrada era la quinta población de Galicia, por encima incluso de Vigo, hoy la ciudad más populosa. O que municipios con escasa importancia demográfica hoy, como Ortigueira y A Fonsagrada se colasen en el top ten de los más poblados, lista que cerraba Lalín y de la que quedaba excluida Ourense.
En el censo de 1930, precisamente la irrupción de la capital ourensana dejaba a A Fonsagrada fuera de las diez primeras, entre las que se mantenían A Estrada, Ortigueira y Lalín. Pero lo más significativo en ese año era el ascenso de Vigo, que triplicaba su número de vecinos y se colocaba en segunda posición por detrás de A Coruña. 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

El catedrático de Historia Pegerto Saavedra entra en la Academia



 
 


 
Santiago

En su discurso sobre la resistencia de las clases populares gallegas reclama "consideración para todo el patrimonio material e inmaterial acumulado por generaciones de campesinos"


El catedrático de Historia de la Universidade de Santiago de Compostela (USC), Pegerto Saavedra Fernández, ha ingresado en la RAG como académico numerario este sábado con un discurso sobre la resistencia que ofrecieron las clases populares gallegas al esfuerzo del registro del control de las diversas autoridades civiles y eclesiásticas, así como a la gran complejidad de las múltiples demarcaciones administrativas que dividían Galicia durante el Antiguo Régimen.
En su discurso 'Demarcacións, topónimos, papeis, memoria: sobre a división e o control do territorio na Galicia moderna', Pegerto Saavedra reclamó como conclusión "consideración para todo el patrimonio material e inmaterial acumulado por generaciones de campesinos durante siglos", que "corre serio riesgo de caer en el abandono y la desmemoria".


El historiador Pegerto Saavedra Fernández / XOAN REY (EFE)
Así, introdujo en su alocución -centrada en el análisis de la organización y control del territorio gallego desde la pluralidad de sus divisiones administrativas- una descripción de las dificultades que para los funcionarios de la Administración Central del siglo XVIII suponía el registro catastral de un lugar de tan dispersa y densamente poblado como Galicia.
Según Pegerto Saavedra, el esfuerzo por obtener una información fidedigna de las divisiones fiscales de Galicia y de las gentes que las habitaban dio comienzo ya en el siglo XVI, pero es en el XVIII cuando consigue una mayor determinación y amplitud en su propósito. En este tiempo, conforme la justicia del rey va penetrando en el país, entra en conflicto con la jurisdicción de los nobles y la propia manera tradicional de administrar justicia en las comunidades labradoras.
En lo relativo a la estructura parroquial de Galicia, esta división aparece como la más estable, pues llega desde la Baja Edad Media hasta nuestros días sin apenas cambios de importancia. La parroquia constituye la unidad de extensión por excelencia sobre la que el cura cobra su décimo, y está dividida, asimismo, en aldeas o lugares que no fueron apenas registrados en las relaciones catastrales de la época.
La Academia Galega destaca que, en su discurso, el nuevo miembro de la RAG señaló que en el catastro de Ensenada de 1753 --una tentativa del gobierno central por conocer de manera exhaustiva la extensión y calidad de las tierras de cultivo existentes-- encontró en Galicia una dificultad de difícil solución: la diferencia idiomática que complicaba la mutua comprensión entre los funcionarios encargados de recoger los datos y los labradores gallegos que debían suministrárselos.

martes, 17 de septiembre de 2013

Trompa de Guinness en A Fonsagrada


El instrumento lo fabricaron los ferreiros que participaron en un encuentro en la localidad 

15 de septiembre de 2013  16:29 
La trompa o birimbao que instalaron ayer delante del Museo Etnográfico de A Fonsagrada posiblemente sea, por su tamaño, merecedora de figurar en el libro de Guinness. El instrumento musical lo fabricaron los artesanos que participaron en el Encontro de Ferreiros de A Fonsagrada, promovido por los profesionales locales de reconocido prestigio Oliverio Álvarez y Bertín Deza. Este último fue alcalde de A Fonsagrada durante años.
Paralelamente a este encuentro se celebró un curso para aprender a tocar la trompa, en el que participaron una veintena de jóvenes y niños de A Fonsagrada, que ayer recibieron un regalo especial de la directora del Centro de Artesanía e Deseño, Regina Polín. Se trata de un curso gratis de birimbao que durará un año.

PARA SABER MAIS:
http://veigadelogares.blogspot.com.es/2012/02/titulo-del-articulo-miradas-en-los.html 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Unha ducia de artesáns, no terceiro Encontro de Ferreiros da Fonsagrada


Artesáns, no taller do Encontro de Ferreiros, instalado no patio do colexio da Fonsagrada. (Foto: Tanis)

 
15/09/2013 - Francisco García / El Progreso (Lugo)
O patio cuberto do colexio da Fonsagrada acolle desde o venres as actividades do III Encontro de Ferreiros, un evento, que reúne nesta localidade da Montaña a unha ducia de artesáns do ferro.

O encontro, organizado pola Asociación de Ferreiros da Fonsagrada, coa colaboración do Concello e da Deputación de Lugo, atraeu a profesionais de distintas localidades da provincia, pero tamén doutros puntos de Galicia, como Ourense, e, incluso, hai un participante francés.
INFORMACION RELACIONADA CLICA:

O Encontro de Ferreiros da Fonsagrada homenaxea este ano á trompa

13/09/2013 - El Progreso (A Fonsagrada)
A Fonsagrada celebra unha nova edición do Encontro de Ferreiros, que reunirá desde hoxe ata o domingo a ducias de artesáns que renderán este ano unha especial homenaxe á trompa, instrumento típico da zona.
A deputada de deseño e artesanía, Regina Polín, e o alcalde da Fonsagrada, Argelio Fernández, presentaron onte o evento, impulsado polas dúas administracións, xunto coa Asociación Cultural de Ferreiros da Fonsagrada.

FIN HORTA 2013















Ingreso de Pegerto Saavedra na Academia

 

 O novo académico analizou no seu discurso a resistencia que ofreceron as clases populares galegas ao esforzo de rexistro e control das diversas autoridades civís e eclesiásticas, así como a grande complexidade das múltiples demarcacións administrativas que se superpuñan no territorio galego durante o Antigo Réxime.
O novo académico é felicitado polos seus compañeiros.
 Pegerto Saavedra recibindo o aplauso dos asistentes.
O acto, celebrado no Paraninfo da Facultade de Historia da Universidade de Santiago de Compostela, contou coa presenza, entre outros, do reitor da Universidade, Juan José Casares Long; do presidente da Real Academia Galega, Xesús Alonso Montero; do decano da Facultade de Historia, Juan Manuel Monterroso Montero; do conselleiro do Consello Consultivo de Galicia, Gonzalo de la Huerga Hidaldo; do secretario xeral de Cultura, Anxo Lorenzo; do secretario xeral de Política Lingüística, Valentín García; do presidente da Real Academia de Medicina e Cirurxía de Galicia, José Carro Otero; do presidente da Real Academia Galega de Xurisprudencia e Lexislación, José Antonio Cancela Caridad; do presidente do Pen Clube, Luís González Tosar; da vicesecretaria da Mesa do Parlamento, Concepción Burgo López e dos deputados autonómicos Pilar García Porto e Román Rodríguez.
Despois da preceptiva lectura da certificación da celebración do acto de ingreso por parte do secretario da Academia, Henrique Monteagudo, o novo membro numerario, Pegerto Saavedra deu comezo ao seu discurso titulado Demarcacións, topónimos, papeis, memoria: sobre a división e o control do territorio na Galicia moderna cunha evocación do seu antecesor na cadeira, o catedrático lucense de Xeografía na universidade compostelá, Francisco Xavier Río Barja, discípulo de Otero Pedrayo e continuador da súa obra de pescuda e análise científica da nosa xeografía. O novo catedrático salientou a contribución decisiva de Río Barja á modernización dos estudos xeográficos no noso país, quer mediante o seu labor docente na universidade, quer mediante as súas publicacións na Revista de Economía de Galicia.

Pegerto Saavedra
Pegerto Saavedra.
Pegerto Saavedra introduciu a súa alocución -centrada na análise da organización e control do territorio galego desde a pluralidade das súas divisións administrativas- cunha descrición das dificultades que para os funcionarios da Administración Central do século XVIII, supuña o rexistro catastral dun país tan dispersa e densamente poboado coma o noso, no que, ademais, a propiedade da terra -moi fragmentada en pequenas parcelas- podía mudar dun ano para o outro, no que os paisanos falaban unha lingua diferente e no que rara vez coincidían as fronteiras das diversas circunscricións, nomeadamente, a eclesiástica, a señorial e a real.
Segundo Pegerto Saavedra, o esforzo por obter unha información fidedigna das divisións fiscais de Galicia e das xentes que as habitaban deu comezo xa no século XVI, pero é no XVIII cando acada unha maior determinación e amplitude no seu propósito. Neste tempo, conforme a xustiza do rei ("fonte limpa") vai penetrando o país, entra en conflito coa xurisdición dos nobres e o propio xeito tradicional de administrar xustiza nas comunidades labregas.

No tocante á estrutura parroquial do noso país, esta división aparece como a máis estable, pois chega desde a Baixa Idade Media ata os nosos días sen apenas cambios de importancia. A parroquia constitúe a unidade de extensión por excelencia sobre a que o cura cobra o seu décimo, e está dividida, así mesmo, en aldeas ou lugares que non foron apenas rexistrados nas relacións catastrais da época, de quitado as tentativas do padre Sobreira e de Cornide, autor este último dun completo mapa do Reino de Galicia publicado en 1766.

O catastro de Ensenada de 1753 -unha tentativa do goberno central por coñecer de xeito exhaustivo a extensión e calidade das terras de cultivo existentes- atopou en Galicia unha dificultade de difícil solución: a diferenza idiomática que complicaba a mutua comprensión entre os funcionarios encargados de recoller os datos e os labregos galegos que debían fornecérllelos, que se sumaba á da natureza volátil da propiedade e uso das fincas, que podían mudar dun ano para o outro. Secasí, e pese a non contar cunha cartografía do país, o catastro de Ensenada achega unha visión aproximada da realidade económica do agro galego do seu tempo.

O novo académico púxolle o ramo ao seu discurso reclamando consideración para todo o patrimonio material e inmaterial acumulado por xeracións de campesiños durante séculos, que corre serio risco de caer no abandono e a desmemoria.

Ramón Villares
Ramón Villares.
Na súa resposta en nome da Academia, Ramón Villares salientou a importancia das investigacións do novo membro numerario sobre as condicións de vida no rural galego durante o Antigo Réxime, exemplificada en obras como A vida cotiá en Galicia de 1550 a 1850 publicada en 1992, e que había merecer o Premio da Crítica ao ano seguinte. Villares Paz subliñou tamén a influencia que estudosos marxistas como Pierre Vilar e E. P. Thompson tiveron na súa formación como historiador, un maxisterio que se fai patente na súa dedicación ao estudo da vida das clases populares galegas, e das súas estratexias de resistencia á autoridade dos estamentos superiores durante o Antigo Réxime. Ramón Villares rematou o seu discurso trazando unha análise comparativa entre os obxectos de estudo de Otero Pedrayo e Pegerto Saavedra: o primeiro, centrado no esplendor e decadencia da fidalguía; o segundo, na comprensión do papel histórico do campesiñado galego.
 
O presidente da Academia, Alonso Montero, evocou, contra o peche do acto, unha sesión celebrada en marzo de 1958 no mesmo lugar: "aquel día Don Ramón Otero Pedrayo, neste Paraninfo, deu o primeiro discurso público en galego desde o 36. Eu tiven a sorte de estar aquí presente naquela data, e lembro ben a terrible tensión que se notaba no ambiente, pero ninguén se atreveu, finalmente, a interromper o discurso de Don Ramón,, que se despedía da universidade aquel día. Hoxe, estou seguro de que estaría moi orgulloso de estar aquí connosco, entre dous historiadores como os que acaban de falar que se reclaman os seus discípulos, e orgulloso tamén de que este acto se poida celebrar en galego".

Alonso Montero e Pegerto Saavedra.
Alonso Montero entrégalle o diploma ao novo académico.