Cecilia Orueta
Siete Leguas nº 33 |
Aunque A Fonsagrada no está a mucha altitud, su proximidad al mar y la irregular geografía de su territorio hacen que constantemente éste flote entre las nieblas que le llegan desde aquél convirtiendo sus pueblos en fantasmagorías y a sus vecinos en simbólicos suicidas con el cuerpo y el alma divididos entre la tierra que les da vida y el cielo bajo el que transcurre ésta.
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