viernes, 12 de septiembre de 2014

Del ultramarinos de aldea al cocido interautonómico

 
 
benigno lázare  lugo / la voz  10/4/2011
La Casa Villar, de Paradavella (A Fonsagrada) está en la cuarta generación y cumple 75 años. Comenzó siendo una tienda de ultramarinos que abastecía a varias parroquias y ahora es un actualizado restaurante de comida tradicional y casera que también hace guiños a otros platos. No es el Bulli, pero quien quiera comer un cocido en fin de semana y en la prolongada temporada alta tendrá que esperar hasta el próximo año.
Los autores del éxito son Pepe, Obdulia y su hijo José Manuel, que entre finales de noviembre y finales de abril sirven en su establecimiento centenares de cachuchas y lacones, junto con los demás adornos de un cocido reglamentario y completo, a una clientela que abarca desde Lérida a Vigo. «Ademáis de presentar todo enteiro, tamén poñemos cinco tipos de tartas e postres diferentes, igualmente completos, como é a norma da casa, e a xente está no comedor tranquila ata que se quere levantar, moitas veces despois das sete da tarde», dice José Manuel. La madre es la cocinera; el hijo, el repostero y el padre ayuda en todo lo que sea necesario. Si es preciso, esporádicamente también echa una mano la abuela, Emérita, jubilada hace años.


A mediados de los 30 del pasado siglo Manuel Villar arrendó en Paradavella una casa de la familia Rois y abrió una tienda de ultramarinos, que también era taberna. Durante décadas abasteció a los numerosos residentes de la zona. Los coches de línea realizaban allí una parada más larga de lo normal y los viajeros aprovechaban para desayunar o tomar un café. Cuando Emérita heredó el negocio mantuvo la misma línea. En el año 92 la familia compró la casa y seis años más tarde, coincidiendo con la construcción de un parque eólico próximo y la mejora de la carretera, reformaron el establecimiento y habilitaron un comedor de 42 plazas, dándole al establecimiento una orientación de restaurante. Sin embargo, todavía en la actualidad mantienen unas estanterías dedicadas a alimentación, «por tradición e porque no lo pide algunha xente, pero véndese moi pouco», matiza José Manuel.
Al más joven de la familia le gusta la hostelería e hizo el ciclo superior del Instituto Sanxillao, que finalizó en el 2008. Al año siguiente se dedicó de lleno al negocio familiar incorporando importantes novedades.
Tradición, actualidad y café
Lo indiscutible de la carta sigue siendo el cocido durante los cinco meses de la temporada, y todo el año ofrece platos tradicionales como pollo campero, cabrito o caza. Pero con su llegada también incorporaron otros platos y, sobre todo, la amplitud de postres caseros que colaboran a dar fama del lugar.
La Casa Villar ofrece igualmente una carta de café inusual incluso en cafeterías importantes de ciudades. El motivo es que José Manuel se especializó en su etapa de estudiante y el propio instituto lo mandó al primer concurso de ámbito gallego para centros, que ganó. Desde entonces se presentó a otros cinco campeonatos, que cuenta por trofeos, entre los que figura el segundo premio del campeonato de España del 2010. Próximamente participará de nuevo en el campeonato español, en Andalucía, que abre la puerta para el mundial en Colombia.
Pero, como ocurre con la carta, lo tradicional y lo actual no están reñidos y la Casa Villar no descartó el café de pucheiro. La última de las especializaciones de José Manuel es la ginebra con tónica, con 38 referencias en sus estanterías, combinadas con variedad de frutas.


Del ultramarinos de aldea al cocido interautonómico




José Manuel Portela González y Obdulia Fernández Arias
José Manuel Portela Fernández
El padre tiene 56 años; Obdulia, 53 y José Manuel, 27
Hosteleros.

 

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