O Acebo-A Fonsagrada
|  | 
| El Lugar de O Acevo. Foto: c | 
El Primitivo entra en Galicia por el alto do Acebo, a
 1.100 metros sobre el nivel del mar, en medio de vistas esplendorosas 
que demuestran aquella imagen tradicional que hablaba de un país de 
montañas viejas, suaves y redondas.
Los peregrinos que han iniciado Camino en Asturias se topan en la 
frontera con un cambio. Las vieiras utilizadas como indicadores de la 
ruta cambian. Si hasta ahora era la parte estrecha la que señalaba por 
donde hay que seguir, ahora es la parte ancha, la de las rayas, la que 
decreta por donde hay que ir. Gallegos y asturianos pueden ser, como 
reza el dicho popular, primos-hermanos, pero a veces cuesta mucho 
ponerles de acuerdo. Para desgracia de los peregrinos, que pueden sentir
 cierta confusión, al menos en los primeros kilómetros del recorrido en 
Galicia.
Los peregrinos que van a hacer solo la parte gallega del más antiguo 
de los Caminos suelen comenzar a andar en la minúscula localidad de O 
Acebo (a 1.032 metros de altura). La forma más sencilla de llegar aquí 
es por taxi desde A Fonsagrada o desde Grandas de Salime, en Asturias. Ambas localidades no están enlazadas por transporte público. 
La etapa (14 kilómetros)
En O Acebo hay un bar-tienda de horario y precios variables. Allí los
 peregrinos que inicien Camino pueden estampar su primer sello en la 
credencial necesaria para dormir en los albergues. Y los que vengan de 
Asturias pueden reponer fuerzas tras la larga ascensión al Acebo.
El Primitivo abandona O Acebo por las proximidades 
del bar. Por una amplia pista de tierra que evita al peregrino transitar
 por la carretera que une Asturias con A Fonsagrada. Al iniciar esta 
senda hay un panel que muestra los principales recursos turísticos de 
este concello, el más grande de Galicia, un lugar con mucha historia 
jacobea, que ofrece todos los servicios que necesita el caminante, que 
transita ahora por un tramo en el que se aprecian buenas vistas a un 
valle profundo y al monte poblado por pinos por el que se empieza a 
andar e Galicia.
El primer lugar que el peregrino visita tras el bar O Acebo es 
Cabreira, una aldea sin servicios donde aparece una nueva concha-mojón. 
El camino sigue a la izquierda de la ya más que familiar carretera, que 
acompañó a los caminantes desde la última etapa asturiana y renombrada 
como LU-701 desde el cruce de la frontera.
La huella jacobea de Fonfría
Los pasos del peregrino lo llevan hasta Fonfría, un lugar con 
historia jacobea y pasado castrexo (la civilización que existía en 
Galicia antes de su romanización). Cuenta con una iglesia, cementerio, 
edificios de piedra -con los característicos tejados de pizarra de la 
provincia- pero sin servicios para el peregrino más allá de la fuente 
que da nombre a Fonfría, que sigue manando. Un cartel de pizarra anuncia
 su presencia a la derecha de la ruta.
A pesar de cierta confusión con las señales -hay un mojón en el lado 
derecho de la carretera- flechas amarillas y conchas en las casas 
impiden al peregrino, que transita por sendero y pista asfaltada, 
perderse.
Al abandonar Fonfría el peregrino se topa con una advertencia, debe 
caminar por la carretera, poco transitada, pero peligrosa. Por suerte 
hay un pequeño sendero de piedra y tierra. Y el tramo dura poco. El 
Camino vuelve justo después del letrero que anuncia el fin del lugar. 
Una concha y varias flechas amarillas anuncian el desvío a mano 
izquierda. Un letrero de madera da más información: anuncia la presencia
 de un mesón, Os Catro Ventos, a un kilómetro. 
Se trata de un típico camino de vacas. Ancho. No asfaltado. Suave. 
Bastante llano. Por momentos rodeado de árboles. De los que gustan al 
peregrino. Y más si ofrece al final el premio de un café, un refresco o 
una comida. El tramo es una pequeña delicia.
Con el mojón del punto kilométrico 165,990 los dueños del mesón 
vuelven a recordar -vía cartel- la proximidad del establecimiento: 
prometen 500 metros. Y cumplen.
El descenso -también suave- devuelve al peregrino a la carretera. 
Debe cruzarla. Para seguir Camino o para tomar algo en el prometido 
mesón, un caserón de piedra y tejado de pizarra que exhibe como reclamo 
dos figuras jacobeas: sendos peregrinos a pie y en bicicleta.
El refugio de Os Catro Ventos
Os Catro ventos es un restaurante con buena reputación entre los que 
recorren la ruta. Presumen de sus carnes a la parrilla, sus platos de 
caza -en temporada- y sus postres caseros. Dan comidas de 13 a 16 horas y
 de 21.00 a 23.30. Se puede reservar (teléfonos: +34 982 340 151 y +34 
639 267 969). Cierra los martes por la tarde. Como bar, de lunes a 
viernes está abierto de 10 a 23 horas. Los fines de semana de 10.30 a 
23.30.
Decida continuar o parar, el Camino continúa a la derecha del 
asfalto. Por un sendero señalizado por un cartel y un nuevo mojón. Las 
vistas siguen siendo impresionantes. El tránsito por este tramo conduce a
 un nuevo lugar: Silvela, otra aldea sin servicios. Toca cruzar la 
carretera. Quedan 4 kilómetros para A Fonsagrada, dice un cartel.
Se recorren los primeros metros hacia la villa por un sendero situado
 a la izquierda de la LU-710.  Se acerca y aleja de la carretera. Y los 
mojones vigilan que el peregrino no tenga dudas cuando se cruzan con 
pistas en apariencia más atractivas que este trozo de Camino.
La falsa encrucijada de Paradanova
El caminante sigue la vía protegido por una valla del asfalto. Llega a Paradanova, una localidad que dista solo un kilómetro por carretera de A Fonsagrada.
 Tiene una pequeña capilla. Y una fuente como la de Fonfría. 
Tradicionalmente era un lugar donde el peregrino tenía que decidir. 
Había dos opciones: dirigirse a la villa o escoger la alternativa con 
más encanto, pero que lo condena a quedarse sin servicios de casi ningún
 tipo hasta Paradavella, 17 kilómetros más allá: tomar la variante que 
pasa por Pobra do Burón, hasta el siglo XIV capital 
municipal de un municipio que se extendía por tierras asturianas y 
gallegas, un lugar hoy en decadencia, pero repleto de historia jacobea. 
Llegó a tener cuatro hospitales. Y un castillo. 
Hoy la señalización sobre el terreno no le ofrece ninguna alternativa
 al caminante. Le indica que debe dejar atrás esta aldea, también sin 
servicios,y cruzar otra vez la carretera. Ya se ve A Fonsagrada en lo 
alto. Hacia allí camina. Queda un kilómetro de subida  que por suerte no
 hay que hacer por carretera. Tras cruzar esta, se abre una pista de 
tierra a mano derecha.
Arranca empinada. Entre árboles. Luego dosifica su dureza. Pero el 
ascenso es constante. No hay conchas. Tampoco flechas, pero el peregrino
 no tiene perdida posible.
Tras dejar unas colmenas a mano izquierda -indicada su ubicación por 
un oportuno cartel y protegido el acceso al recinto por un somier-puerta
 (una práctica bastante habitual en el rural gallego)
 el peregrino sigue subiendo. Pero ya no está en la soledad de O Acebo. 
Jalonan su paso una factoría maderera y un par de naves. Llega a una 
encrucijada, aparentemente no señalizada. Hasta qué topa con un mojón 
algo escondido. Este indica que toca un tramo de asfalto, pero no por la
 carretera de siempre, sino por una secundaria bien arropada por 
vegetación autóctona. 
Llega un nuevo cruce. Y un lío para el peregrino. Flechas amarillas 
indican que es posible coger dos direcciones. La carretera se bifurca. A
 la vista están el instituto y el polideportivo de A Fonsagrada. ¿Cuál 
elegir? Pues las dos le llevan a la villa. A la derecha un oportuno 
mojón con flecha amarilla debería disipar las dudas. No lo hace.
|  | 
| Panoramica desde a Fonsagrada. Foto Manuel Parras | 
A Fonsagrada
 
De cualquier manera el peregrino se acerca a A Fonsagrada. Y un 
cartel a mano izquierda lo invita a tomar pulpo. Un mesón anuncia en la 
pared de un edificio esta tradicional y apreciada vianda del mar. Y un 
poco más adelante una vieira confirma que los pasos dados no han sido en
 balde. El peregrino está en el buen Camino.
Solo unos metros más allá se divisa, ya en el núcleo de A Fonsagrada, la pensión Manolo, también restaurante. Tiene menú del peregrino anunciado en la puerta. Y poco después está la pulpeira O Caldeira.
 Es la calle Burón. Ya está en el centro de la villa. A un paso de la 
Casa do Concello y de todos los servicios de los que no pudo disfrutar 
desde que antes de cruzar la frontera con Asturias. Tiene a su 
disposición farmacias, restaurantes, bares, alojamientos, un centro 
médico y tiendas. El albergue público queda fuera del centro, a un 
kilómetro y medio cuesta abajo, en el núcleo de San Xoán de Padrón. 
Conviene tenerlo en cuenta a la hora de hacer planes de 
aprovisionamiento. 
La variante por Pobra do Burón
A simple vista, no le resultará fácil al peregrino dirigirse a A 
Pobra do Burón. El que fue antiguamente lugar más poderoso de la montaña
 está olvidado por la señalización. Pero la ruta que lleva hacia sus 
ruinas es oficial. Lo reconoce la delimitación efectuada por la Xunta. 
También es espectacular. Lo dicen los peregrinos que la han realizado 
aún a costa de quedarse sin los servicios de A Fonsagrada.
¿Cómo dirigirse hacia allí? Pues por donde ahora las conchas 
señalizan la ruta desde Paradanova hacia la capital municipal, es decir,
 cruzando la LU-630 y subiendo por una pista hasta llegar a un 
aserradero. A Fonsagrada se ve a la izquierda. Desde el cruce con la 
carretera que lleva hacia el norte a los núcleos de Candaido y de Lidín 
el Camino sigue hacia el noroeste, por un paisaje dominado por la 
vegetación autóctona, cada vez más cerrado. El peregrino transita, sin 
apenas indicadores, por una congostra (la traducción al castellano 
convierte esta preciosa palabra en «camino estrecho rodeado por 
piedras») que atraviesa un bosque de carballos y abedules.
Al fondo del valle debe cruzar el río da Pobra. Y después emprender 
un suave ascenso haia el núcleo. ¿Qué se encontrará? Pues el entorno 
natural de esta variante es sobresaliente;  el estado del Camino, 
deficiente; y Pobra do Burón, un lugar fascinante, apenas la sombra de lo que fue, pero que sorprende al peregrino con los restos de su esplendor. 
|  | 
| A Pobra de Burón. Foto: Manuel Marras | 
Del castillo queda una torre. De su pasado jacobeo, los restos del 
hospital de A Trinidade. Sí conserva su iglesia, un templo dedicado a 
Santa María Magdalena, y una capilla dedicada a San José. También exhibe
 un curioso callejero. A la entrada del pueblo está la plaza de Mao Tse 
Tung. Y hay vías nombradas en honor a Lenin, al Mariscal Zukov y a Igor 
Stravinski. Es parte del legado de Enrique Fernández, un vecino 
benefactor y con mucha iniciativa que intentó que Pobra do Burón saliera
 de su histórico letargo.
 
En este singular enclave, que fue escenario del rodaje de la historia del hombre lobo Romasanta (película discreta de Paco Plaza con la famosa Elsa Pataky
 en el reparto) no hay servicios para el peregrino. Si ha elegido esta 
variante deberá volver a A Fonsagrada para buscar alojamiento y 
provisiones. O tal vez puede desplazarse al cercano establecimiento 
rural llamado A Casa da Bastida.
 Es una antigua casa de labranza muy antigua reconvertida en 
apartamentos rurales. Los teléfonos de contacto son  (+34) 982 340 438 y
 (+34) 692 247 69. 
Desde Pobra do Burón a Hospital de Montouto
El Primitivo no vuelve hacia A Fonsagrada desde 
Pobra de Burón. Sigue Camino, en lo que sería una nueva etapa, 
equivalente a la que va de la capital municipal hasta O Cádavo, hacia el
 suroeste. La ruta pasa por Xestoso de Riba -otro núcleo sin servicios y
 que tiene el único tramo de asfalto hasta Hospital de Montouto-, supera
 los altos de Xestoso y Carballal y desciende por la ladera este de la 
Serra do Hospital hasta el lugar donde se reúnen las dos variantes del 
Primitivo a su paso por el concello de A Fonsagrada. Es un trayecto 
duro. Y la señalización no es perfecta. Es posible perderse. ¿Quién dijo
 que el Camino no era una aventura? Pues aquí, en la variante por Pobra 
do Burón, tienen la prueba de lo contrario.