Cada cuatro años, el mes de febrero suma un día para corregir las inexactitudes en las fechas
YLENIA LORENZO | A CORUÑA
La realidad no es matemática. De hecho, el investigador del
Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) César Esteban asegura que
está construida con errores e incertidumbres. Por qué hay gente que
celebra su nacimiento cada cuatro años o cómo se explica que las
personas disfruten en 2012 de 366 días en vez de 365 son algunos de los
enigmas que logran que la vida cobre sentido. Solo dos argucias que
forman parte del mismo truco: el año bisiesto. Pero ¿para qué existe y
cuándo ocurre?
Esteban y su compañero científico Alfred Rosenberg explican que la rotación de la Tierra alrededor del Sol no es exacta. Aunque en el colegio se enseñe que el año tiene 365 días, la realidad es otra, pues el planeta no tarda exactamente ese tiempo en dar una vuelta a la estrella gigante, sino que se retrasa unas seis horas más. Si se multiplica ese desfase por cuatro años, el resultado significa un día más para el calendario: el 29 de febrero. La importancia de realizar el ajuste radica en que, si no se aplicara, llegaría un momento en que las fechas se trasladarían y, consecuentemente, las estaciones también se desplazarían y no se sabría cuándo hay que cultivar la tierra, por ejemplo.
Esta fórmula de sincronización no se aplica cada 400 años, como ocurrió en 2000, a pesar de que no era bisiesto. Rosenberg indica que la posición de la Tierra, debido al inexactitud temporal, retrasa cada año su posición respecto al Sol. Aparte de que el planeta no tarda en dar la vuelta alrededor del astro rey 365 días y seis horas exactas, Esteban puntualiza que hay movimientos, como los terremotos, que también pueden variar el periodo de rotación. Sin embargo, destaca que esas fracciones de tiempo son inapreciables.
Unos ajustes que no terminan ahí, pues, según Esteban, dentro de 1.000 años también deberán aplicarse nuevas correcciones para que haya concordancia entre la posición de la Tierra respecto al Sol y los días.
Para saber cuándo es el momento de cualquier cosa, se utiliza el calendario gregoriano. El investigador del IAC cuenta que proviene de Europa y que actualmente se utiliza de manera oficial en casi todo el mundo. Fue creado para sustituir en 1582 al calendario juliano, utilizado desde que Julio César lo instaurara en el año 46 antes de Cristo. El Papa Gregorio XIII promulgó el uso de este almanaque para regularizar las fiestas religiosas. En el fondo, se trataba de adecuar el calendario civil al año trópico, es decir, al tiempo que transcurre hasta llegar, por segunda vez, al equinoccio de primavera.
La reforma del nuevo método constó de tres partes. La primera fue eliminar 10 días del calendario, por lo que se pasó del jueves 4 de octubre al viernes 15 de octubre de 1582. Pasar por alto este periodo de tiempo tuvo como fin que el equinoccio de primavera del hemisferio norte cayera el 21 de marzo.
El segundo cambio consistió en modificar la regla de los años bisiestos del calendario juliano, que los establecía cada cuatro años. La diferencia es que el gregoriano, elimina los 366 días cuando las cifras sean múltiplos de 100. Pero cuando el año es múltiplo de 400, por ejemplo, 1600 y 2000, hay 29 de febrero aunque no sea bisiesto.
El tercero se basó en nuevas fórmulas para calcular la fecha de la Pascua o Resurrección. El calendario se adoptó inmediatamente en los territorios pontificios y en los que estaban controlados por Felipe II de España. En poco tiempo, los restantes países católicos adoptaron el nuevo calendario.
Esteban y su compañero científico Alfred Rosenberg explican que la rotación de la Tierra alrededor del Sol no es exacta. Aunque en el colegio se enseñe que el año tiene 365 días, la realidad es otra, pues el planeta no tarda exactamente ese tiempo en dar una vuelta a la estrella gigante, sino que se retrasa unas seis horas más. Si se multiplica ese desfase por cuatro años, el resultado significa un día más para el calendario: el 29 de febrero. La importancia de realizar el ajuste radica en que, si no se aplicara, llegaría un momento en que las fechas se trasladarían y, consecuentemente, las estaciones también se desplazarían y no se sabría cuándo hay que cultivar la tierra, por ejemplo.
Esta fórmula de sincronización no se aplica cada 400 años, como ocurrió en 2000, a pesar de que no era bisiesto. Rosenberg indica que la posición de la Tierra, debido al inexactitud temporal, retrasa cada año su posición respecto al Sol. Aparte de que el planeta no tarda en dar la vuelta alrededor del astro rey 365 días y seis horas exactas, Esteban puntualiza que hay movimientos, como los terremotos, que también pueden variar el periodo de rotación. Sin embargo, destaca que esas fracciones de tiempo son inapreciables.
Unos ajustes que no terminan ahí, pues, según Esteban, dentro de 1.000 años también deberán aplicarse nuevas correcciones para que haya concordancia entre la posición de la Tierra respecto al Sol y los días.
Para saber cuándo es el momento de cualquier cosa, se utiliza el calendario gregoriano. El investigador del IAC cuenta que proviene de Europa y que actualmente se utiliza de manera oficial en casi todo el mundo. Fue creado para sustituir en 1582 al calendario juliano, utilizado desde que Julio César lo instaurara en el año 46 antes de Cristo. El Papa Gregorio XIII promulgó el uso de este almanaque para regularizar las fiestas religiosas. En el fondo, se trataba de adecuar el calendario civil al año trópico, es decir, al tiempo que transcurre hasta llegar, por segunda vez, al equinoccio de primavera.
La reforma del nuevo método constó de tres partes. La primera fue eliminar 10 días del calendario, por lo que se pasó del jueves 4 de octubre al viernes 15 de octubre de 1582. Pasar por alto este periodo de tiempo tuvo como fin que el equinoccio de primavera del hemisferio norte cayera el 21 de marzo.
El segundo cambio consistió en modificar la regla de los años bisiestos del calendario juliano, que los establecía cada cuatro años. La diferencia es que el gregoriano, elimina los 366 días cuando las cifras sean múltiplos de 100. Pero cuando el año es múltiplo de 400, por ejemplo, 1600 y 2000, hay 29 de febrero aunque no sea bisiesto.
El tercero se basó en nuevas fórmulas para calcular la fecha de la Pascua o Resurrección. El calendario se adoptó inmediatamente en los territorios pontificios y en los que estaban controlados por Felipe II de España. En poco tiempo, los restantes países católicos adoptaron el nuevo calendario.