jueves, 12 de agosto de 2010

Viaje a lo saludable a través de la ecología


Aún en PLENO siglo XXI, la tradición se niega a desaparecer, al menos en el panorama alimenticio. A pesar de la irrupción de todo tipo de productos mejorados genéticamente para optimizar su venta, el consumidor no ha pasado por alto algunos de los peligros que encierran los nuevos alimentos. Perfectos en apariencia pero con un interior plagado de procesos químicos, los transgénicos han dado mucho que hablar en los últimos años ya que pueden no ser tan agradables para el organismo como lo parecen a simple vista.
El debate entre lo transgénico y lo natural ha trascendido a los medios de comunicación desde que comenzaron a conocerse algunas de la consecuencias más nefastas de este sistema de producción. La encefalopatía espongiforme, más conocida como ‘mal de las vacas locas’, o algunas enfermedades más recientes como la gripe A, ponen en duda, para muchos, los beneficios de estos métodos, prácticamente ya masificados.
La condición ‘sine qua non’ para que un alimento sea considerado ecológico es la ausencia absoluta de tratamientos químicos o alteraciones genéticas durante su producción, conservación y envasado. Ni abonos químicos, ni aditivos, ni ningún otro tipo de cuidado más que luz solar, agua y mucha atención. El resultado es un producto natural, no tan exquisito en apariencia, pero con una concentración mayor de nutrientes y vitaminas, además de un sabor intenso y sano.

La aparición en escena de los alimentos ecológicos no es fruto de la casualidad. Con cada vez más información accesible a cualquier usuario a través de un simple click de ratón, aumentan las personas que buscan una alternativa alimenticia natural y fiable, hasta el punto de difuminarse las fronteras entre la necesidad y la moda.
Sea uno u otro el motivo, es innegable que el boom de este tipo de productos es imparable, alcanzando ya desde al ámbito de la alimentación hasta los modernos vehículos ecológicos.
Independientemente de las tendencias y modas, existe un porcentaje de población realmente comprometida con el medio ambiente, que encuentra en este modo de producción una apuesta segura para su salud a corto y largo plazo y, por qué no, también para su economía.
VIDA DE ALDEA
Xosé Ramón Rodríguez, ingeniero técnico agrícola, lleva varios meses desarrollando un proyecto que fue aclamado incluso en algunas webs especializadas en márketing creativo. Vida de aldea es, para muchos, una fusión «idónea» entre tradición, innovación y productos sanos a disposición de todo el que quiera unirse.
Una parcela de 4.000 metros cuadrados en Outeiro de Rei, concretamente en la parroquia de San Clodio, se ha convertido en una explotación ecológica en la que, por un módico precio, el usuario puede cultivar sus propios productos y llevárselos a casa.
«Propoñemos a eliminación total dos intermediarios, o que reduce incríblemente o prezo, ademáis da seguridade de saber o que comes e a satisfacción persoal de facelo un mesmo», asegura Xosé Ramón.
Para los que tienen menos tiempo o ganas, también existe la posibilidad de que los responsables de Vida de Aldea cultiven su terreno y les envíen los productos a domicilio, pudiendo seguir la evolución de sus huertos gracias a las nuevas tecnologías.
La idea de Xosé Ramón surgió de la necesidad, «a crise agudiza o inxenio», asegura, y es que ante la crisis del sector lácteo, el lucense vio esta actividad como el complemento idóneo para su explotación ganadera.
INSTALACIONES
En esta singular granja, cada usuario podrá disponer de su propio terreno, completamente equipado, para cultivar todo aquello que desee. La única condición es la de seguir las normas de la agricultura ecológica y, por supuesto, darle un nombre al terreno.
Cada parcela tiene una superficie de 100 metros cuadrados y algunas ‘comodidades’ instaladas: un invernadero de doce metros cuadrados, toma de agua, una cerca para vallar el huerto y un armario con las herramientas necesarias para el cultivo. A todo ello se suma el asesoramiento gratuito de Xosé Ramón, quien además abonará y arará el terreno al principio de cada temporada de siembra.
También está a disposición de los usuarios una parcela didáctica, en la que aquellos que no tengan conocimientos sobre horticultura podrán recibir algunas lecciones y hacer sus primeros pinitos con la pala, el sacho y las semillas. En ella se pondrán en práctica nuevas técnicas de cultivo, como el uso de sistemas de riego automático y mantas antihierbas.
Aunque actualmente Vida de aldea sólo cuenta con siete parcelas, todas ellas ocupadas ya que sólo lleva unos meses en funcionamiento, Xosé Ramón afirma que ya está ampliando las instalaciones, y que pretende dar cabida a todos aquellos que quieran participar de su idea, «ata que se acaben tódalas hectáras da finca», asegura el ingeniero.
Al lado de los huertos se sitúa un bosque de castaños micorrizados, es decir, que producen tanto castañas como setas, cuyos frutos están a disposición de todos los clientes de forma gratuita. Otros árboles frutales completarán esta zona, por la que se podrá pasear y comer cuando el buen tiempo acompañe.
Xosé Ramón pretende ofrecer no sólo una oportunidad de comer sano cultivando los propios alimentos, sino un área en la que pasar una jornada a solas, en pareja o en familia, disfrutando de la naturaleza y un ambiente sano, en el que todo es respetuoso con el medio ambiente.
Un ejemplo claro de ello son las casetas para patos o merenderos que han sido construidos a partir de palés de madera y bidones antiguos, sometidos a un proceso de construcción, ‘chapa y pintura’. Otro caso es el baño de las instalaciones, construido a partir de la caja de carga de un camión, cuya transformación puede verse paso a paso en la página que ‘Vida de Aldea’ ha creado en Facebook.
Félix Díaz, venezolano de nacimiento aunque residente en Galicia desde hace varios años, es el dueño del huerto Terra Meiga, nombre con el que bautizó la parcela por su amor a Galicia. «Además de ahorrar mucho dinero en el supermecado y tener productos de mejor calidad, es una forma muy buena de relajarse», asegura Félix, «vengo todas las tardes que tengo libres a cuidar mis plantas y a dar un paseo por la zona».
PROYECTOS
Xosé Ramón confiesa que quiere «poñer de moda o rural» y para ello está organizando todo un sistema de formación acerca de este ámbito, sus atractivos y posibilidades.
Vida de aldea contará próximamente con un local rehabilitado «ó xeito tradicional» en el que tendrán lugar diversos ciclos educativos adaptados a las necesidades de los centros escolares y distintos colectivos.
Otro de los planes de futuro para la explotación es la cría de animales siguiendo el método ecológico. Becerros, cerdos, gallinas ponedoras y, en general, todo tipo de animales de granja, podrán ser criados en las instalaciones, aunque la matanza será encargada a un matadero próximo.
Sin embargo, el aspecto más novedoso de Vida de aldea es su incorporación a las nuevas tecnologías. Los clientes pueden seguir la evolución de sus hortalizas a través de las fotografías del blog de la granja, «ó que se incorporará dentro de pouco unha cámara web», asegura el ingeniero.
El último de los proyectos es la subsistencia de la granja únicamente gracias a las energías renovables. Todo un ejemplo de la filosofía de Vida de aldea.
PARTICIPACIÓN
Solidaridad recién salida de la huerta
El negocio de Xosé Ramón no sólo piensa en el medio ambiente. Los productos cultivados en la denominada parcela solidaria son donados de forma desinteresada al comedor social de San Froilán. En esta parcela puede colaborar todo el que lo desee, aportando semillas y cuidados, para hacer una pequeña y sana contribución a los más desfavorecidos.
Compromiso social
La granja ya ha recibido a numerosos colectivos, entre ellos la Asociación Lucense de Axuda a Enfermos Mentais (Alume). También algunos chicos de la asociación Dignidad, que cumplen condenas de ayuda social, trabajan habitualmente en una de las parcelas, adquiriendo conocimientos de horticultura y colaborando con la donación de alimentos al comedor de San Froilán.
20 euros
Es el precio de una parcela básica en la que cultivar, uno mismo y de forma ecológica, todos los productos que desee. El precio asciende a 50 euros si dejamos nuestras hortalizas en manos de Xosé Ramón, y también si queremos recibir una parcela ya sembrada en la que recibir toda la formación didáctica necesaria para sacarla adelante.

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