miércoles, 4 de julio de 2012

«Creo que son un alucinado cordo, un nihilista entusiasmado, un gandeiro sen reses»

 

 Provocador o natural, o las dos cosas. Nunca desapercibido


Entre las imágenes de culto del altar de cualquier habitación de estudiante progre de los años 70 siempre había un póster de un hombre a medio camino entre chivo y cosaco, subido a un estrado en la Plaza Roja de Moscú arengando a las masas. Según la información oficial era un tal Vladimir Ilich Lenin pero, pasado el tiempo, también podía tratarse de un boceto de la jeta de Paco Pestana, escultor de Castroverde, maestro en el sincretismo de estilos de vida aparentemente en las antípodas, fruto de sus estancias con un sabio docente en A Fonsagrada y en un taurino y cosmopolita restaurante de Las Ventas.
Perdió la timidez soltando soflamas labriegas en la montaña en su etapa de capataz agrícola. Lleva la literatura mezclada con los glóbulos rojos desde que se empapó de los grandes maestros: los curas y frailes pasionistas que desde el púlpito, con su única palabra, conseguían que la gente viese al mismísimo demonio echando azufre por las fosas nasales. De rojo y negro, o solo de negro, cruza Lugo en bicicleta con la parsimonia de un tiempo en el que no caben teléfonos móviles ni carné de conducir. Ayer comió en Castroverde, puede que caldo y un trozo de tocino, se fue en La Directa a la inauguración de una exposición en Ourense y hoy llegará a tiempo para asistir a otra en Oporto.
Bajo la coraza de exlegionario y tipo duro, este aficionado al boxeo también muestra el flanco que lo hace vulnerable: abusar de los indefensos.Paco asegura que no es exhibicionista ni le gustan los engreídos; que lo suyo es de natural. No todos lo comprenden, pero para eso queda la válvula de escape del arte.
«Sempre andiven ao meu aire. Síntome mal entre as multitudes; xa falaba diso Ernst Jünger. Fixen o que me pareceu ben en canto aos deportes, as diversións... Unha das cousas que máis me gusta é andar polos bosques desnudo, só cos prismáticos, calzado e coa cabeza tapada polas moscas. Sigo sendo tímido pero agora perdinlle o medo aos homes e podo falar ante miles de persoas. As miñas transgresións véxoas tan normales que teño o sentido do ridículo».
También en el arte la naturaleza es su gran maestra y su religión. «A miña educación sentimental foi cun tío mestre na Fonsagrada, que me adentra nos arcanos la literatura, o amor pola natureza, as cousas sinxelas e unha comprensión sabia das cousas elementales e nada hiperbólicas: mezclar aos clásicos, a Séneca, a Cervantes a Góngora con saber asubiar, imitar ao cuco, ao paspallás... Tiven unha educación libertina, no sentido de que a libertade usabase sen prerrogativas para chegar a onde se quixera. Só había códigos morales dunha conduta semellante á dos animais».
De degollar palomos para comer («aínda non me recuperei daquelo») y llevar una vida natural pasó a un local de otros familiares en Madrid por los que pasaban Manolo Caracol, Pastora Imperio, Tony Leblanc, Rafael El Gallo, Tamallo y otra gente taurina y del teatro. «Aos seis aniños volvín a Galicia co castellano de neno de Las Ventas, collido entre toureiros e xente de repúblicas bananeras, como os fillos do dictador Trujillo. Sabía os nomes dos presidentes de medio mundo, e como o loro de Flaubert, poñíame nunha mesa a recitalos. Era o amor pola oratoria». Pero sus minutos de gloria fueron los que mantuvieron los curas y varios centenares de personas tras recitar un poema a la Virgen María el día de su primera comunión en la iglesia de Santa María de Frairía. «A voz tronante daquel neno esquelético deixou a todo o mundo calado, e eu vin como si fora unha especie de ditado paranormal, que ten que ver co mundo do flamenco, da improvisación e da palabra dada».
«Vivo da escultura, pero sigo aí, na poesía. A miña imaxinación é desbordada, a gran felicidade podo atopala nun plato de caldo, nun trozo de touciño, cun can e coa poesía». Asume que hay personas que tienen un criterio de él muy diferente, pero está convencido de que son minoría. «A xente que me coñece, a inmensa maioría quéreme». Pero tampoco tiene miedo a nadie y dice que se enfrenta a la sociedad de un modo feroz. «Creo que son un alucinado que estou cordo, un nihilista entusiasmado, un gandeiro sen reses».
José Francisco Pestana Díaz
Indeterminada
Escultor
Uno, el acceso a la Muralla que fue convertido en sala de exposición ocasional

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