Provocador o natural, o las dos cosas. Nunca desapercibido
Entre las imágenes de culto del altar de 
cualquier habitación de estudiante progre de los años 70 siempre había 
un póster de un hombre a medio camino entre chivo y cosaco, subido a un 
estrado en la Plaza Roja de Moscú arengando a las masas. Según la 
información oficial era un tal Vladimir Ilich Lenin pero, pasado el 
tiempo, también podía tratarse de un boceto de la jeta de Paco Pestana, 
escultor de Castroverde, maestro en el sincretismo de estilos de vida 
aparentemente en las antípodas, fruto de sus estancias con un sabio 
docente en A Fonsagrada y en un taurino y cosmopolita restaurante de Las
 Ventas.
Perdió la timidez soltando soflamas labriegas en 
la montaña en su etapa de capataz agrícola. Lleva la literatura mezclada
 con los glóbulos rojos desde que se empapó de los grandes maestros: los
 curas y frailes pasionistas que desde el púlpito, con su única palabra,
 conseguían que la gente viese al mismísimo demonio echando azufre por 
las fosas nasales. De rojo y negro, o solo de negro, cruza Lugo en 
bicicleta con la parsimonia de un tiempo en el que no caben teléfonos 
móviles ni carné de conducir. Ayer comió en Castroverde, puede que caldo
 y un trozo de tocino, se fue en La Directa a la inauguración de una 
exposición en Ourense y hoy llegará a tiempo para asistir a otra en 
Oporto.
Bajo la coraza de exlegionario y tipo duro, este 
aficionado al boxeo también muestra el flanco que lo hace vulnerable: 
abusar de los indefensos.Paco asegura que no es exhibicionista ni le 
gustan los engreídos; que lo suyo es de natural. No todos lo comprenden,
 pero para eso queda la válvula de escape del arte.
«Sempre andiven ao meu aire. 
Síntome mal entre as multitudes; xa falaba diso Ernst Jünger. Fixen o 
que me pareceu ben en canto aos deportes, as diversións... Unha das 
cousas que máis me gusta é andar polos bosques desnudo, só cos 
prismáticos, calzado e coa cabeza tapada polas moscas. Sigo sendo tímido
 pero agora perdinlle o medo aos homes e podo falar ante miles de 
persoas. As miñas transgresións véxoas  tan normales que teño o sentido 
do ridículo».
También en el arte la naturaleza es su gran 
maestra y su religión. «A miña educación sentimental foi
 cun tío mestre na Fonsagrada, que me adentra nos arcanos la literatura,
 o amor pola natureza, as cousas sinxelas e unha comprensión sabia das 
cousas elementales e nada hiperbólicas: mezclar aos clásicos, a Séneca, a
 Cervantes a Góngora con saber asubiar, imitar ao cuco, ao paspallás... 
Tiven unha educación libertina, no sentido de que a libertade usabase 
sen prerrogativas para chegar a onde se quixera. Só había códigos 
morales dunha conduta semellante á dos animais».
De degollar palomos para comer («aínda
 non me recuperei daquelo») y llevar una vida natural pasó a un 
local de otros familiares en Madrid por los que pasaban Manolo Caracol, 
Pastora Imperio, Tony Leblanc, Rafael El Gallo, Tamallo y otra gente 
taurina y del teatro. «Aos seis aniños volvín a Galicia 
co castellano de neno de Las Ventas, collido entre toureiros e xente de 
repúblicas bananeras, como os fillos do dictador Trujillo. Sabía os 
nomes dos presidentes de medio mundo, e como o loro de Flaubert, poñíame
 nunha mesa a recitalos. Era o amor pola oratoria». Pero sus 
minutos de gloria fueron los que mantuvieron los curas y varios 
centenares de personas tras recitar un poema a la Virgen María el día de
 su primera comunión en la iglesia de Santa María de Frairía. «A voz tronante daquel neno esquelético deixou a todo o mundo 
calado, e eu vin como si fora unha especie de ditado paranormal, que ten
 que ver co mundo do flamenco, da improvisación e da palabra dada».
«Vivo da escultura, pero sigo aí,
 na poesía. A miña imaxinación é desbordada, a gran felicidade podo 
atopala nun plato de caldo, nun trozo de touciño, cun can e coa poesía».
 Asume que hay personas que tienen un criterio de él muy diferente, pero
 está convencido de que son minoría. «A xente que me 
coñece, a inmensa maioría quéreme». Pero tampoco tiene miedo a 
nadie y dice que se enfrenta a la sociedad de un modo feroz. «Creo que son un alucinado que estou cordo, un nihilista 
entusiasmado, un gandeiro sen reses».
José Francisco Pestana Díaz
Indeterminada
Escultor
Uno, el acceso a la Muralla que fue convertido en
 sala de exposición ocasional
 

 
 
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