martes, 1 de marzo de 2011

Licenciados en pastoreo


El curso en la escuela de pastores de Cataluña se celebra en el Refugio de Llagunes, en el municipio de Soriguera (Pallars Sobirà).-

Arranca el curso para los alumnos de la escuela de pastores en Lleida

"El oficio de pastor no está en peligro de extinción, pero creo que hace falta un relevo generacional y una manera de enfocar el problema es haciendo las cosas diferentes", opina Enric Esteba, uno de los 11 alumnos que ayer comenzaron el curso en la escuela de pastores de Cataluña que este año se celebra en el Refugio de Llagunes, en el municipio de Soriguera (Pallars Sobirà).
Esteba, de 32 años, casado y con una hija, es natural de Collsuspina (Osona) y nunca antes había tenido vinculación con el mundo de la agricultura y ganadería. Últimamente se ha dedicado a hacer de picapedrero, a limpiar bosques y rieras como autónomo, pero a partir de ahora quiere realizar el sueño de ser el pastor de sus propios rebaños, algo que siempre ha estado en su mente. Su objetivo es a corto o largo plazo incorporarse al sector creando en su pueblo una explotación para hacer una producción de carne de ovino y cabruno ecológica. Confiesa que esa fue su intención a la hora de matricularse en la escuela, aunque reconoce que no será fácil porque necesita fincas y en su familia no hay una tradición agraria. "Es algo que me gusta y por eso he venido a esta escuela, para aprender y sacar provecho, pero para gestionar mi propia explotación tendré que comprar o alquilar una finca. De lo contrario tendré que trabajar para otros", señala.
La cifra de aspirantes a pastor puede parecer insignificante, pero no lo es si se tiene en cuenta que hasta hace dos años nadie quería dedicarse a esa profesión. El primer curso acabó las prácticas 21 de los 25 alumnos matriculados y en la segunda promoción acabaron 20 de 23. De todo ellos, 34 han conseguido iniciar su propio proyecto en el sector. "Otras escuelas de pastores que funcionan en el País Vasco, Asturias o Sevilla no tienen tanto éxito", asegura Vanesa Freixa, coordinadora del proyecto. "El caso de esta escuela de Cataluña es muy extraño", señala.
La escuela de pastores es una iniciativa de la asociación sociocultural Rurbans y de la empresa Montanyanes, que trabajan en la dinamización del Pallars Sobirà a través de oficios tradicionales, como el de pastor o payés, que pueden resultar atractivos tanto para los jóvenes de la comarca como del resto de Cataluña que hasta ahora se dedicaban a otras profesiones.
El perfil del aprendiz de pastor es una persona con una edad media de 31 años, en la mayoría de los casos en paro, con estudios universitarios o con oficios relacionados con la agricultura o el medio ambiente. Todos ellos comparten la pasión por los animales, la naturaleza y la vida al aire libre. Este año los alumnos proceden de Lleida, Barcelona y Tarragona. No hay ninguno de Girona. El primer año el 60 % de los alumnos procedía de un entorno rural, mientras que este curso se ha invertido la tendencia y el 70 % viene de un ámbito urbano. El curso cuesta 500 euros.
La escuela de pastores de Cataluña está vinculada al proyecto Grípia (vocablo pallarés para denominar al comedero para ovejas y cabras) y tiene varios objetivos: garantizar el relevo generacional en las explotaciones agroganaderas de montaña a través de la incorporación de jóvenes a la actividad, la gestión sostenible de las explotaciones, la viabilidad económica del sector y la dignificación de la profesión.
"Con esta iniciativa, -explica Freixa-, queremos dar respuesta a personas que quieren hacer de pastor o de payés y que en la mayoría de los casos no proceden del sector ni tienen una base territorial para iniciar una actividad ganadera. Para ser pastor de montaña hay mucha demanda porque los que realizan ahora esa función son personas mayores y no es fácil encontrar sustitutos con experiencia".
El curso que se inició ayer consta de un mes de clases teóricas en el refugio de Llagunes y de cuatro meses de prácticas obligatorias, unas 640 horas, en explotaciones de la zona, donde los alumnos trabajarán al lado de sus propietarios de alguno de los pocos pastores que quedan en la comarca. Estas prácticas no son remuneradas, pero a cambio del trabajo el alumno tendrá alojamiento y manutención gratuitos.
Freixa explica que el curso tiene un formato expres porque se pretende que, una vez que los alumnos hayan acabado las prácticas, puedan decidir con "conocimiento de causa" si realmente quieren dedicarse a la actividad para la que se han formado en la escuela, ya sea para guardar rebaños en la montaña o para montar su propia actividad.
Los alumnos adquirirán en la escuela conocimientos básicos para entrar a trabajar en una explotación y aprenderán, entre otras materias, fisiología animal, manejo de rebaños de distintas especies (ovejas, vacas, yeguas, caballos y burros), conocimiento de las razas, comercialización, y gestión empresarial. "Queremos que los alumnos tengan la experiencia suficiente para que luego puedan defenderse en una explotación pequeña y familiar con producción ecológica y de ciclo cerrado. En definitiva, que pueda producir, transformar y vender directamente sus propios productos", concluye Freixa.

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