13/10/2009 - V. Rodríguez Tembrás (A Montaña)
Uno de los problemas más acentuados del medio rural es, sin duda, la pirámide invertida de población. Esto también ocurre en A Fonsagrada, donde el crecimiento natural es negativo. Concepción López y Montse López pensaron en alto número de personas mayores que habita en este pueblo, donde cuatro de cada diez habitantes tienen más de 65 años. El dato es significativo ya que no disponen de una residencia de la tercera edad y, según el censo del año 2008, son 1.776 las personas que superan el umbral de la jubilación.
Estas empresarias fonsagradinas abrirán antes de acabar el año un piso comunitario para el cuidado, alojamiento y mantenimiento de doce ancianos del pueblo. Ahora están ultimando los últimos detalles en el piso alquilado que va a ser su vivienda comunitaria ‘As Rodas'.
FormaciónConcepción, de 49 años, comenzó su formación académica con la diplomatura en magisterio. ella misma incide en que es «maestra sin oposiciones», lo que no la incapacitó para impartir un buen número de cursos en su larga trayectoria en la enseñanza.
De estos cursillos surgió la pasión por el cuidado de los mayores. Antes de impartir cursos de cuatro a seis meses, a los que dedicó la mayor parte de su vida laboral, también trabajó como monitora para el Instituto de Desarrollo Comunitario de Santiago, pero se centró en los talleres de autoempleo.
En el año 2004 inició el contrato en una empresa cooperativa cómo auxiliar a domicilio. La labor más importante que hacía era la de compañía, ya que recuerda como había «gente que se resistía a que fuera a su casa y después no quería que viniese el domingo, porque estaban encantados conmigo», recuerda. Su socia añade que los «mayores del rural se sienten muy aislados y quieren hablar contigo».
Este mismo mes, Concepción dejó este trabajo para meterse de lleno en el nuevo negocio y, aun así, continúa ofreciendo cursos de ayuda a domicilio, a través de la Consellería de Medio Rural.
Gente MayorMontse, auxiliar de enfermería de 32 años, tiene una historia semejante. Hasta hace un mes trabajaba en una residencia de ancianos en Lugo, donde llevaba tres años contratada. «Tenía ganas de volver a mi tierra y, además, la gente mayor es muy agradecida. Me siento bien ayudando a los ancianos», relata la empresaria. «La idea estuvo tiempo rondándome en cabeza, sólo me faltaba alguien que pensara como yo», señala Concepción. Todo comenzó hace más de un año. En estos meses hubo mil y un papeles que cumplimentar, ya que la inversión necesaria, de más de 100.000 euros, requería una ayuda institucional.
La Asociación Galega de Desarrollo Rural (Agader) acercó más de 30.000 euros y el imponerte restante salió de un préstamelo bancario, que firmaron una vez conocieron la concesión de la subvención.
Una vez con los papeles en regla, alquilaron una casa en la entrada del casco urbano de la Fonsagrada, pero «no reunía las condiciones y había mucho que hacer, como ponerle un ascensor», apunta Concepción. En los últimos meses, las obras fueron continuas y en una semana estará todo listo para estrenar el piso comunitario. Las empresarias barajaban la posibilidad de octubre como mes de apertura, pero «la burocracia no piensa en el próximo mes», destaca. Montse parece hablar por las dos cuando afirma que tenemos «muchas ganas de comenzar y abrir las puertas».
Una última inspección de la calidad de las instalaciones será imprescindible para que las siete personas que ya están anotadas se instalen en sus nuevas habitaciones. Además, tendrán que entregar un certificado de fin de obra al Ayuntamiento de A Fonsagrada.
Apoyo«Mi familia me animó con nuestro proyecto», destaca Concepción, quien también añade que al «principio tenían miedo, ya que el contexto de crisis no da mucha seguridad a las altas inversiones».
Montse se encontró con mayores «reticencias de mi novio, por miedo al fracaso, y en mi familia también hubo los típicos temores que suscita iniciar un negocio hoy en día».
Los hijos de Concepción, de 12 y 9 años, también le dieron fuerzas. «Mi marido no trabaja por un accidente, por lo que puede quedar con los niños». Antes era bastante complicado trabajar, ya que los niños eran pequeños y tenía que buscar una persona, pero tuve suerte de tener a mi madre para ayudarme», recuerda.
Uno de los problemas más acentuados del medio rural es, sin duda, la pirámide invertida de población. Esto también ocurre en A Fonsagrada, donde el crecimiento natural es negativo. Concepción López y Montse López pensaron en alto número de personas mayores que habita en este pueblo, donde cuatro de cada diez habitantes tienen más de 65 años. El dato es significativo ya que no disponen de una residencia de la tercera edad y, según el censo del año 2008, son 1.776 las personas que superan el umbral de la jubilación.
Estas empresarias fonsagradinas abrirán antes de acabar el año un piso comunitario para el cuidado, alojamiento y mantenimiento de doce ancianos del pueblo. Ahora están ultimando los últimos detalles en el piso alquilado que va a ser su vivienda comunitaria ‘As Rodas'.
FormaciónConcepción, de 49 años, comenzó su formación académica con la diplomatura en magisterio. ella misma incide en que es «maestra sin oposiciones», lo que no la incapacitó para impartir un buen número de cursos en su larga trayectoria en la enseñanza.
De estos cursillos surgió la pasión por el cuidado de los mayores. Antes de impartir cursos de cuatro a seis meses, a los que dedicó la mayor parte de su vida laboral, también trabajó como monitora para el Instituto de Desarrollo Comunitario de Santiago, pero se centró en los talleres de autoempleo.
En el año 2004 inició el contrato en una empresa cooperativa cómo auxiliar a domicilio. La labor más importante que hacía era la de compañía, ya que recuerda como había «gente que se resistía a que fuera a su casa y después no quería que viniese el domingo, porque estaban encantados conmigo», recuerda. Su socia añade que los «mayores del rural se sienten muy aislados y quieren hablar contigo».
Este mismo mes, Concepción dejó este trabajo para meterse de lleno en el nuevo negocio y, aun así, continúa ofreciendo cursos de ayuda a domicilio, a través de la Consellería de Medio Rural.
Gente MayorMontse, auxiliar de enfermería de 32 años, tiene una historia semejante. Hasta hace un mes trabajaba en una residencia de ancianos en Lugo, donde llevaba tres años contratada. «Tenía ganas de volver a mi tierra y, además, la gente mayor es muy agradecida. Me siento bien ayudando a los ancianos», relata la empresaria. «La idea estuvo tiempo rondándome en cabeza, sólo me faltaba alguien que pensara como yo», señala Concepción. Todo comenzó hace más de un año. En estos meses hubo mil y un papeles que cumplimentar, ya que la inversión necesaria, de más de 100.000 euros, requería una ayuda institucional.
La Asociación Galega de Desarrollo Rural (Agader) acercó más de 30.000 euros y el imponerte restante salió de un préstamelo bancario, que firmaron una vez conocieron la concesión de la subvención.
Una vez con los papeles en regla, alquilaron una casa en la entrada del casco urbano de la Fonsagrada, pero «no reunía las condiciones y había mucho que hacer, como ponerle un ascensor», apunta Concepción. En los últimos meses, las obras fueron continuas y en una semana estará todo listo para estrenar el piso comunitario. Las empresarias barajaban la posibilidad de octubre como mes de apertura, pero «la burocracia no piensa en el próximo mes», destaca. Montse parece hablar por las dos cuando afirma que tenemos «muchas ganas de comenzar y abrir las puertas».
Una última inspección de la calidad de las instalaciones será imprescindible para que las siete personas que ya están anotadas se instalen en sus nuevas habitaciones. Además, tendrán que entregar un certificado de fin de obra al Ayuntamiento de A Fonsagrada.
Apoyo«Mi familia me animó con nuestro proyecto», destaca Concepción, quien también añade que al «principio tenían miedo, ya que el contexto de crisis no da mucha seguridad a las altas inversiones».
Montse se encontró con mayores «reticencias de mi novio, por miedo al fracaso, y en mi familia también hubo los típicos temores que suscita iniciar un negocio hoy en día».
Los hijos de Concepción, de 12 y 9 años, también le dieron fuerzas. «Mi marido no trabaja por un accidente, por lo que puede quedar con los niños». Antes era bastante complicado trabajar, ya que los niños eran pequeños y tenía que buscar una persona, pero tuve suerte de tener a mi madre para ayudarme», recuerda.
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