miércoles, 18 de marzo de 2009

Sueños de niñez junto al Rodil

Un fonsagradino que fue funcionario en Madrid lleva ocho años recuperando con sus manos unas propiedades familiares para crear un espectacular complejo etnográfico

Piedra a piedra, el sueño del fonsagradino Jesús Monteseirín Arias es cada vez más real. Gracias a su empeño, el apacible paraje que lo vio crecer, enclavado junto a los molinos de Rosario, en la parroquia de San Pedro de Neiro, está casi convertido en un espectacular complejo etnográfico de unos 5.000 metros cuadrados que dispondrá de tres apartamentos rurales, un restaurante en el que sólo se ofrecerá comida típica de la comarca -butelo, chicharrón, caldo, guiso de costelas, pulpo con cachelos y filloas, entre otros- y una singular área recreativa. Según lo previsto, en agosto abrirá los apartamentos.
«De chavaliño gustábame moito subir aquí», recuerda con añoranza Monteseirín. Con el tiempo, se marchó a Madrid, donde pasó una larga etapa de su vida trabajando como funcionario, pero volvía al hogar en cuanto sus obligaciones se lo permitían y nunca quiso desprenderse de las propiedades familiares. Las más destacadas, dos molinos tradicionales en el cauce del río Rodil, principal afluente del Eo, y las laderas que los rodean, pobladas de nogueiras, carballos, bidueiras, fresnos, castiñeiros, cereixeiras...
Hace ocho años -recuerda la fecha exacta- comenzó a plasmar su ilusión: «Púxenme mans á obra o 12 de xuño de 1999. A xente dicía que isto non valía nada, que era un despeñadero». En este tiempo, sus manos han convertido en arte cantería, lousa y madera. «A miña intención era crear algo que non houbera en ningún sitio», explica Monteseirín, y a fe que lo ha conseguido. Como preciados tesoros etnográficos, en los apartamentos se conservan a la vista de los visitantes los elementos de los molinos. «O único que cambia é que se suprimiu a zona da peneira, na que se separaba o salvado da fariña», resalta. En el exterior quedan por rematar detalles, como dos pallozas con varias finalidades o una cascada de agua con circuito cerrado. Pese a las dificultades de lo que él mismo califica como «un traballo e unha experiencia inxente», sigue adelante: «Vivo feliz no rural, sinto cariño por isto, que herdei dos meus antepasados. Identifícome coa xente e coa terra».

La Voz de Galicia 12-07-2007

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