Escrito por Jorge Casanova 22 de septiembre de 2007 a las 23:00h
Me paso una tarde entera echando cuentas sobre los 21 mapas publicados por el Centro Nacional de Epidemiología sobre la mortalidad de los diferentes tipos de cáncer en España. Es un mapa municipal, por lo que puedo extraer la conclusión de cuál es el concello gallego con menor índice de mortalidad por esta enfermedad. Voy haciendo saltar las ventanas del Acrobat, las tablas de Excell y otra información complementaria de Internet hasta que me sale que A Fonsagrada, Lalín y Taboada tienen los mejores coeficientes, pero el primero de ellos es, por poquito, el de menor incidencia de los tres en el de pulmón y el colorrectal, los que más matan. Así que nos piramos a A Fonsagrada a hacer el reportaje.Me acompaña Pepucho Castro, una leyenda en La Voz de Galicia que por sí solo merecería una larga entrada en el blog, pero lo que hoy quiero explicar es cómo, tantas veces, un reportaje que está encarrilado de una forma estupenda, puede, inopinadamente, dar la vuelta por completo. Llegamos al pueblo por la mañana y nos dan la primera en la frente. Vamos al centro de salud (que responde perfectamente a la hipótesis de la información porque está medio vacío a pesar de tratarse de una hora punta para un ambulatorio), explicamos quiénes somos, qué queremos y pedimos hablar con el jefe de sanidad, o cualquiera que sea el responsable del centro. Una funcionaria muy amable nos pide que esperemos, que va a ir hablar con el hombre en cuestión. En menos de cinco minutos y con cara compungida nos dice que el señor no puede hablar, no está autorizado por lo visto, pero podemos mandar un fax a la gerencia de salud en Lugo para pedir permiso. Y, por supuesto, nada de fotos. Típico de la administración sanitaria. A la prensa, facilidades cero. Paso de discutir porque me hace mucha falta el tiempo. Lo que podría haber sido de gran ayuda para los lectores del periódico se quedará en el despacho del responsable del ambulatorio, seguramente muy ocupado toda la mañana. O no.No me voy a extender sobre el resto de la jornada, porque eso es lo que cuenta el reportaje . Basta decir que todo el mundo fue excepcionalmente amable con nosotros y que nos hablaron de todos esos mitos sobre la vida sana rural que, sin duda, tienen que ver con que haya una mayor supervivencia al cáncer. Ir con Pepucho supone siempre trabajar a una velocidad más y no tener límites. Así que a las cinco de la tarde, cuando regresamos, habíamos hablado con más de veinte vecinos en diez kilómetros a la redonda, incluido el alcalde y el presidente de la asociación cultural más importante del municipio. Pero nos quedaba una voz por escuchar. Seguramente, la más autorizada. Ricardo Parada fue alcalde durante muchos años y ejerce la medicina en el pueblo desde hace décadas. Si alguien podía diseccionar por qué en A Fonsagrada el cáncer es menos letal, era él. Pero no estaba. Se había ido de vacaciones y no contestaba en el móvil.Camino de casa, convencido de haber encontrado el secreto de la longevidad y la resistencia al cáncer, iba escribiendo el reportaje en la cabeza. Así que, cuando me senté ante la pantalla, iba como una moto. Hasta que me acordé de Ricardo Parada. Y lo volví a llamar.Fue una conversación larga e intensa. No sólo me encontré con un médico que conocía a todo el pueblo, sino con un apasionado del cáncer que ha llevado registros de los casos, conoce al dedillo la evolución de los distintos tipos de cáncer que han ido segando a sus pacientes y ha participado en estudios nacionales sobre la enfermedad. Y sus opiniones no pudieron ser más desoladoras. Tardó un buen rato en aceptar las conclusiones que había sacado estudiando los mapas del Instituto Carlos III, charlamos sobre cómo podía conjugarse la estadística con su percepción del trabajo sobre el terreno (el estudio tabula datos sólo del periodo 1989-1995) y, sobre todo, del drama de la enfermedad. Parada le dio la vuelta a casi todas las razones que yo pretendía exponer en el reportaje como posibles causas de la presunta mayor resistencia ante la enfermedad y muchas las convirtió incluso en factores de riesgo.En fin, una ducha fría. Una afortunada ducha fría, porque su contribución fue fundamental para darle veracidad al reportaje. Al fin y al cabo, los datos van a misa y, al menos durante esos seis años estudiados, en A Fonsagrada, la mortalidad por cáncer fue la menor de Galicia. Pero el doctor Parada me puso en el sitio adecuado para ver que no es oro todo lo que reluce y que el cáncer es una mierda, se mire como se mir
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