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Tras abandonar el Concello de A Fonsagrada y la Diputación se refugió en su consulta del centro de salud local
No es casualidad que uno de los lugares preferidos de Ricardo Parada sea la cota 960 de A Fonsagrada, el emplazamiento del depósito del agua de la villa y el único lugar desde el que una persona puede girar sobre sí misma y controlar el panorama en redondo. Pero también tiene su riesgo porque es el lugar más expuesto a los vientos e incluso al vértigo.
Precisamente, este fue un mal que padeció nuestro protagonista hace meses, que le impedía conducir y le obligó a dejar la política. Asegura que no fue la típica disculpa que se utiliza a menudo en el sector, pero también reconoce que estaba harto porque por la dinámica de la Administración pública no se pueden hacer muchas cosas, al menos al ritmo que a el le gusta. Sea por lo que fuere, lo cierto es que huye de ella como gato escaldado del agua, y asegura que la marcha fue definitiva.
«Esas enfermedades son como a gripe, que descansas un pouco e pasan». Hay que reconocer que la pregunta sobre la enfermedad que lo apartó de la política llevaba trastienda, pero Ricardo contestó con convicción, porque tampoco tuvo empacho en reconocer que es un culo inquieto, y su frustración con el trabajo que es posible hacer desde las instituciones. Durante un tiempo tuvo vértigo y en esas condiciones no se podía desplazar, algo que le resultaba imprescindible para sus funciones públicas.
«Non tiven mono porque tiña claro que estaba na política pero non era político, como contestaba sempre que mo preguntaban». Lo suyo es la medicina y nunca llegó a tener dedicación exclusiva porque la oposición de A Fonsagrada no se lo permitió, si bien señala que en su época de alcalde tuvo que sacarle muchas horas al descanso y a la familia para poder compatibilizar su consulta en el centro de salud con el Concello.
«Problemas políticos hainos e aínda os manteño agora, porque seguen pensando que aínda podo facer algo, se ben eu sigo pensando que podo facer algo pola Fonsagrada, pero pola política non». Asegura que contó con el apoyo de sus compañeros del grupo socialista y el también ayudó al partido. Sigue teniendo buena relación con sus ex compañeros y especialmente con el alcalde, al que se refiere como su amigo y con el que aún estuvo tomando café esta semana. Anuncia que colaborará en todo lo que sea en beneficio del municipio, pero no desde una óptica política.
Ricardo Parada no es de la zona pero llegó a la villa fonsagradina hace tres décadas y quedó prendado. Solamente residió año y medio cerca de Lugo cuando sus hijos eran pequeños. Vive allí y ahora, que no tiene que acudir a la Diputación, sale muy poco, la mayor parte de las veces para ir al balneario de Lugo, del que habla maravillas.
Todo lo que le gusta
Por prescripción de un colega no puede cuidar su apiario, una de sus aficiones, trabajo para el que nombró una delegada familiar. Como si fuese víctima de aquel chiste en el que un médico le prohíbe al paciente las tres cosas que más le gustaban, para que se le hiciese la vida más larga, Ricardo Parada apenas puede practicar otras dos aficiones por falta de tiempo: pescar y hacer senderismo. Se asombra porque, tras años recorriendo el municipio por senderos casi inescrutables, recientemente todavía descubrió una nueva seimera en un regato que vierte al Rodil y que a estas alturas del año ya no lleva la suficiente agua para hacer la característica cola de caballo.
A Ricardo le va la naturaleza, el turismo y otras actividades que las instituciones suelen agrupar en la misma órbita medioambiental. Afirma que procuró informarse y prepararse para poder desarrollar un buen trabajo, primero en el Concello y después en la Diputación. Sin embargo, por motivos diversos, ni en un sitio ni en el otro pudo hacer lo que pretendía. En Lugo, por el propio sistema de trabajo de una institución de estas características, que no se significa por la coordinación debido a las trabas administrativas.
En el Concello aprendió, pero también aprendió que hay unos grupos que son los que marcan los ritmos y los asuntos. En el año y medio que estuvo en la Diputación dice que políticamente aprendió más y tuvo la ocasión de relacionarse con gente muy interesante. «Na Fonsagrada teño pacientes que hai seis anos recrimináronme que me metera en política, e a min o que me frustrou foi que os obxectivos non coincidían cos meus». Concluye con una frase casi lapidaria: «teño que recoñecer que en política non me saíron moi ben as cousas; fixemos o que poidemos entre todos, pero as axudas fonron as menos posibles».
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