La producción de la quesería Castelo de Pambre, de Palas de Rei, traspasa todas las fronteras. Los más de 6.000 quesos que cada día salen de sus naves no los degustan únicamente consumidores europeos, como españoles, franceses o belgas, sino que también tienen una gran aceptación en países americanos y asiáticos, como México, Estados Unidos o los Emiratos Árabes.
El reto más inmediato de la quesería palense, fundada en el año 1971, es introducir sus quesos, de la denominación Arzúa-Ulloa y de tetilla, «en países emerxentes como China, Xapón ou Brasil», asegura la responsable de calidad de la empresa, Beatriz Pazo Rivas. Eso sí, «sen descuidar a comercialización no mercado galego».
Para conseguir este objetivo, la quesería cuenta con un importante aval, y es que a comienzos de año se hizo con la certificación de calidad alimentaria IFS (International Food Standard), una de las más exigentes a nivel mundial y que tienen muy pocas industrias lácteas en el ámbito nacional.
«Con estas garantías, agardamos incrementar produción e ventas. O IFS permite ter os costes localizados, evita que os produtos vaian danados, asegura calidades e permite abrir novas portas no mercado coas distribuidoras», explica Beatriz Pazo.
El protocolo IFS es un estándar creado por distribuidoras alemanas y francesas para regular los sistemas de gestión de calidad en empresas del sector de la alimentación, con el objetivo de alcanzar la máxima seguridad en los procesos de fabricación y manipulación de alimentos.
Para la responsable de calidad, la adaptación a este sistema es además «mostra do noso compromiso cos máis altos parámetros de calidade alimentaria, pero sen perder os métodos de elaboración máis artesanais».
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